Situado muy cerca de la península norteamericana de Florida, su capital es Nassau. El nombre de Bahamas tiene su origen en la palabra castellana bajamar (término del reflujo del mar). Allí, una de las islas de su archipiélago (Guanahaní o San Salvador) fue pues el primer territorio documentado y divulgado que pisaron los europeos en América. El nombre de San Salvador se lo puso el mismo Colón: en el lugar preciso donde puso pie por vez primera, existe hoy el Monumento al Desembarco . Este lugar es visitado anualmente por incontables turistas que quieren conocer la topografía que vio el Almirante en esa fecha trascendental.
La historia y la geografía son materias que están íntimamente ligadas con la filatelia, por obvias razones. La historia, porque para todos los países las estampillas resultan un medio importantísimo de remembranza de su pasado y divulgación de acontecimientos históricos. La geografía, porque ya sea por nacionalismo o sencillamente el deseo de hacerse conocer en otras partes, es corriente ver en estampillas mapas, paisajes, lugares turísticas, etc. Una y otra hacen que quien colecciona estampillas aumente su caudal de información y cultura en forma apreciable y muy entretenida.
2) Los hay de dos clase. Cuando a uno le muestran una colección de estampillas por primera vez, es fácil darse cuenta, pasando sólo unas cuantas páginas, qué clase de filatelista es su dueño. Si encuentra en ellas solamente estampillas baratas, llenando muchos espacios, se trata del coleccionista que aprecia la cantidad. Quiere tener muchas estampillas, de todas las épocas, de todo lugar, etc.
Si en las páginas se hallan ejemplares que ocupan sitio privilegiado, destacado, se ve por añadidura que son estampillas valiosas, difíciles de remplazar, de alto valor de catálogo. Este es el filatelista que a través de la calidad, busca también hacer una buena inversión. Prefiere menos ejemplares, pero que estos se valoricen rápidamente y constituyan (además de lo entretenido del pasatiempo) una buena forma de invertir el dinero. Este filatelista estima (con toda razón) que más vale comprar una sola estampilla que valga (digamos) veinte mil pesos, que no adquirir quinientas que cuesten cinco mil. Estas nunca se van a incrementar en valor, mientras que la de veinte mil, al cabo de pocos años, habrá duplicado su precio.
Para ilustrar lo anterior, vale como ejemplo que al iniciar una colección de poscentenario de Colombia, lo mejor es comprar, como primera estampilla, la Luz Marina Zuluaga de cinco pesos que es una de las que más cuesta. Después vendrán las demás, adquiriendo primero las más raras. Se obtiene así una doble ventaja: se sale de una vez de lo más costoso, y se evita tener que pagar cada vez más por ellas a medida que pase el tiempo. Las estampillas baratas que no se compren aún, siempre serán baratas, pues su tirada tuvo que ser abundante, y se conseguirán cuando sea sin dificultad. Además, la colección comienza a tener valor desde temprano y su precio de reventa será interesante desde un principio.
3) Mejoren sus colecciones. Qué mejor forma de hacerlo que escribiendo a otros filatelistas que desean canjear estampillas por correo, como José María Contreras, de la carrera 7 # 5-34 de Sardinata (Norte de Santander). Escríbanle cuanto antes y comiencen a canjear estampillas para deleite mutuo.