El peluquero Jairo Corredor le dio vida a la parroquia de un metro con 68 centímetros y de casi una tonelada de peso, tras 10 años de trabajo a base de paciencia, ojímetro, creatividad y barro.
Corredor se entusiasmó por la arcilla y los ladrillos en un paseo al mercado de las pulgas del centro, hace dos décadas: Comencé a frecuentarlo para comprar materiales para crear castillos, cositas, aunque no sabía cómo me iban a salir en ese momento.
Usaba su tiempo libre en la peluquería para moldear; cambiaba su delantal de estilista por otro y se ponía manos a la obra sobre el barro.
Aquí me daban hasta las 3 a.m. cuando me encarretaba tallando una figura, un rosetón, una gárgola, algo barroco o rococó, añade.
El amor por los trabajos manuales le viene de sangre: En las navidades hacíamos los pesebres con mi papá, creábamos los castillos y las casas, cuenta.
La Lourdes de barro es su gran logro, luego de veinte años de aprendizaje empírico. Está compuesta por unas 3 mil partes. La torre fue levantada, por ejemplo, en 3 meses.
Jairo no escatimó detalles: instaló bancas, el altar y puertas y ventanas que se abren. La completó con un reloj, un candelabro, luces interiores, ventanas con vitrales hechos por una artista y también un piano. A Corredor le gustaría exponer su trabajo en una galería.
3 mil partes conforman el conjunto de la iglesia modelada por Corredor. La original fue construida por el famoso arquitecto Julián Lombana