¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

De triunfos y desastres

No se ha dicho, como conviene, que entre los muchos daños que produjeron las disparatadas encuestas de opinión, el mayor de ellos fue impedir la elección en primera vuelta de Juan Manuel Santos como Presidente de la República. Si los electores hubiesen sido advertidos de esa probabilidad, se habrían economizado muchos gestos de cortesía, muchas adhesiones simbólicas y muchas constancias, que entre todas le arrebataron al candidato ganador el 3 y medio por ciento que le quedó faltando para cumplir la cuota constitucional. Ahora nos enfrentaremos al desgaste de una segunda vuelta electoral, inútil, aburrida y peligrosa.

Pero hagámosle buena cara al mal tiempo y tratemos de descubrir, en el
oscuro panorama que nos aguarda, cosas buenas, lecciones importantes,
conclusiones saludables. Y dentro de tal empeño será lo primero destacar que
gracias a esta absurda segunda vuelta pudimos conocer, sin que quedara el
menor margen de duda, las intimidades del Partido Verde. La celebración
transmitida por la televisión tuvo esa virtud. Por ella quedamos
suficientemente enterados de cómo sería la actuación de ese cuerpo colegiado
de potenciales mandatarios, reaccionando ante graves hechos o enfrentando
altos desafíos. Los brincos desaliñados de Peñalosa, que no hubiera esperado
ni el más severo de sus críticos, y la violación impúdica de Garzón a la Ley
seca, fueron harto reveladores. Sobre todo en un partido que pregona el
cumplimiento de la Ley como uno de los pilares fundamentales de su doctrina.
Lo demás fue ver y oír al profesor Mockus predicando su limitado evangelio
de lugares comunes y de repeticiones que desnudaban, por lo menos mejor que
otra cosa, su estrechísima capacidad para la creatividad y el liderazgo.
Al mismo tiempo, valió esta experiencia para comprobar que en Juan Manuel
Santos no tenemos solamente el demostrado estudioso de los temas del
Gobierno y el riguroso ejecutor de políticas administrativas, sino un hombre
de Estado de grande magnitud. Su discurso pasará a la historia como una
página maestra entre las muchas de su género. Y el medio en que se produjo
nos dio la más perfecta tranquilidad de que quedaremos en manos de una
persona magnánima, creyente en lo que vale la pena creer y amante de las
cosas que merecen ser amadas.
Los hechos subsiguientes tampoco han venido menos cargados de contenido y
sustancia. El Partido Conservador demostró, tan tardíamente como se quiera,
que todavía lo razonable puede prevalecer en la política colombiana y que
más de 160 años de existencia afinan en estas instituciones instintos tan
útiles como el de la supervivencia.
La dirección del liberalismo ha mostrado hasta la saciedad por qué trajo ese
glorioso partido hasta las puertas de la desaparición no forzada. Sus
seguidores se portaron mucho más inteligentes y dúctiles que quienes
pretenden gobernarlos. Aún así, con todo lo compleja que resulte esa
aparición tardía de los partidos que respondieron durante siglo y medio por
la democracia liberal, contribuirán a componer para el 20 de junio una
fuerza moral insuperable y un aparato político formidable. Que el
liberalismo no venga en bloque sino con decisiones individuales a las
tiendas de campaña de Santos tiene el saludable efecto de que no incluya la
adhesión a Piedad Córdoba.
A Germán Vargas le quedó grande la grandeza. Una excelente campaña a la
Presidencia y un majestuoso resultado no fueron suficientes para impedir que
se mostrara lento, pesado e incapaz para los grandes gestos y las memorables
decisiones. Debemos lamentarlo. Como dijera Churchill en hora cumbre,
esperábamos un gato montés y nos encontramos una pesada tortuga.
Como se ve, una segunda vuelta costosa y superflua ha servido para aclarar
ciertos rincones oscuros de la política colombiana.
HERJOS
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO