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Tras el rastro de un guerrillero uruguayo

En el jardín de infantes, bajo las lápidas grises de pequeñines enterrados en el cementerio San José, en Cali, termina y comienza un capítulo de la historia de una búsqueda que lleva más de 26 años.

Allí, entre cientos de osamentas se encuentran los restos de Antonio Cossimo
Vulcano, un tupamaro que en la década de los 80 se unió al grupo guerrillero
M-19 y murió en 1984 en la toma al municipio de Yumbo (Valle), una población
bastante distante de su natal Montevideo, desde donde su familia no ha
cesado en su búsqueda.
Precisamente, sin proponérselo, Sergio Vulcano, el mayor de los dos hijos
del uruguayo, quien por una casualidad de la vida llegó a Colombia a
mediados del 2009 y conoció a los compañeros de su padre, logró descongelar
este proceso, que ya dio los primeros resultados.
La pista, hallada a comienzos de este año por el ex director de la Comisión
Nacional de Reparación y Reconciliación en el Valle, Élmer Montaña,
solicitada tras el cruce de cartas entre las cancillerías de Colombia y
Uruguay, revivió la esperanza de los Vulcano, de conocer por fin la suerte
de quien para ellos fue un revolucionario idealista.
Y ahora, que las coordenadas apuntan al último rincón del camposanto
empotrado en la ladera sur de la capital vallecaucana, comienza la verdadera
tarea que implica identificar entre cientos de N.N. al uruguayo, e inicia
una nueva espera para sus seres queridos que sueñan con llevarlo de regreso
a su país.
“La búsqueda de los restos es un cierre y un principio, es decirle
definitivamente adiós, es cerrar su inconclusión, pues si bien todos sabemos
de su muerte, jurídicamente es un desaparecido, y para la historia es
importante colocar las cosas en su lugar”, dice Sergio Vulcano.
Pero la tarea no es fácil, advierte Eduardo Pizarro, director nacional de la
CNRR. La investigación encontró que la fosa común número 180 donde reposaban
los restos de Vulcano y cuatro personas más fue removida en 1995 y tras una
remodelación del jardín fueron enterrados a mayor profundidad y sobre ellas
están ahora los cuerpos de unos niños.
“Este es un tema de enorme impacto porque al parecer varios miembros de los
Tupamaros de Uruguay se vinieron a Colombia y murieron aquí. El hijo de
Vulcano quiere su cuerpo y haremos lo posible por atender esta petición de
la Comisión de la Verdad Histórica de Uruguay”, dijo Pizarro.
Lo que sigue ahora, explicó Pizarro, es buscar la fosa común y hacer pruebas
de ADN de las osamentas. “No es fácil la tarea. Los cementerios son
manejados en su mayoría por la Iglesia, que después de cinco años envía los
cuerpos sin identificar a una fosa común donde se mezclan con otros”, dijo.
HERJOS
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