Está de moda la vaina de las recompensas. Tanto que un estrecho colaborador de las Auc, con envoltura de próspero empresario, ofrece plata por conocer las fuentes que destapan su lado oscuro. Pues bota el dinero porque son tantas las personas que saben de sus correrías que no podrá comprar la identidad de todas. Para que se haga una idea, a mí me hablaron de sus andanzas peligrosas en noviembre del 2005 y desde entonces el personajillo no ha hecho sino engordar su poder y dinero de forma turbulenta, con total impunidad.
Pero a Francisco Javier Sandoval Buitrago, alias Morrongo, amigo y patrocinador de políticos como el ex presidente del Senado Luis Humberto Gómez Gallo, el congresista Javier Ramiro Devia o el gobernador del Tolima, se le está acabando la fiesta.
Ya El Nuevo Día, de Ibagué, desnudó algunos de sus pecados, y otros llevamos tiempo escarbando en su abultado prontuario.
En Fresno, pujante población del norte del Tolima, donde vive en el tercer piso de un edificio del parque principal, una plaza que me gustó por el bullicio y el vigor que refleja, el señor, de tan solo 37 años, es todo un patrón por no decir capo. Aunque en dicha localidad tiene su hogar, sus tentáculos se extienden por la región y llegan hasta Bogotá. En el barrio Teusaquillo instaló uno de sus cuarteles porque maneja negocios por todo el territorio nacional.
Morrongo no es un pintado en la pared, ni crean. Es un genio desperdiciado para el bien. Empezó su carrera conocida robando ganado, delito que lo obligó a pasar cuatro años en prisión. Como listo y rebuscador que es, esa negra etapa la logró enterrar por completo. Tanto, que de preso pasó a contratista del Inpec. Una de sus empresas maneja la alimentación de más de una decena de centros penitenciarios. También, gracias a sus conexiones en la gobernación, presta el mismo servicio a los hospitales de Honda, de El Espinal y a otras entidades estatales.
Pero me he desviado del hilo conductor. Como recordaba, en los años locos del paramilitarismo reinaba en Fresno un comandante apodado Elkin aliado e íntimo de Morrongo, del bloque del Magdalena Medio; pues bien, él y sus hombres tenían la bella costumbre de tirar a algunas de sus víctimas al río Guarino, cerca del estadero de Javier, por la vía a Manzanares, así como por un puente sobre el río Gualí, por la carretera de la Victoria.
Uno de los miembros de las Auc que decidió hablar contó que el amigo Morrongo les ordenó asesinar, entre otras, a dos que le habían robado una camioneta: Diego González y Jorge Alberto Quintero. Eso fue en el 2002 y mi fuente del 2005 (que ya quisiera Morrongo que sapeara) me refería entonces los asesinatos de los ediles Álvaro Brito y Danilo Cubides, de Germán Castaños, de Ricardo Vázquez y de un lista que las autoridades, si algún día deciden actuar, tendrán que determinar si tienen relación o no con él.
Las lenguas bífidas del pueblo cuentan el chisme de que ordenó matar al esposo de una amante porque ella se lo pidió. Hasta ahí, nada llamativo. Lo curioso es que ella hubiera aportado dos millones de pesos de los seis que cobró el sicario. Lo relatan con sorna para mostrar su apego enfermizo al dinero. Insisto, chisme de infierno chiquito.
Lo que ya no es rumor sino realidad es que es dueño de varias fincas, compradas a precio de ganga, según los confesos paramilitares, gracias a la presión que las Auc ejercían sobre los dueños cuando Morrongo se encaprichaba con una finca. Varsovia, Mireya, El Espejo, son algunas.
Nuestros estimados jueces y fiscales decidirán si merece la pena investigar al activo empresario.
NOTA. Mejor un incipiente párkinson que el alzhéimer de otros candidatos para recordar pasados negros. Mockus puede gobernar sin problemas y, si algo fallara, está Fajardo. Los verdes ofrecen equipo, no caudillo.
SALUD HERNÁNDEZ-MORA