6a. palabra - Todo está consumado Vivimos momentos de angustia, de preocupación, hemos sentido que se tambalean los pilares de la democracia, que los pilares de nuestra nación se empiezan a desmoronar. Uno se pregunta: yo, como católico, como colombiano, ¿qué aporte puedo dar a la consecución de la paz? Hemos visto el retorno de algunos de nuestros secuestrados y no podemos ser indiferentes ante el drama que vive el resto de compatriotas que están privados de la libertad. ¿Podemos decirle a Colombia que todo está consumado? Tal vez no. Es el momento de preguntarme si soy un hombre o una mujer que cumple con sus deberes con el Estado, con mi barrio, conmigo mismo.
Llegó el momento de tomar decisiones. Vamos a ponernos de pie frente a nuestro Gobierno y frente a la insurgencia, para que vayan a la mesa, a que conversemos todos y busquemos la paz: no podemos heredarles a los niños una Colombia sangrante y descuartizada. Ya llevamos muchos años de no vivir en paz.
Monseñor Héctor Gutiérrez Pabón, obispo de Engativá.
7a. palabra Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu Esta palabra nos invita a hacer una revisión de nuestras actividades, no sólo con Dios sino con los demás, nos lleva a tomar actitudes de diálogo, de concertación, a acabar con el clima de polarización y agresividad en todos los ámbitos de la vida nacional.
La crisis humanitaria que estamos viviendo a causa del conflicto social y armado ha producido un dolor muy fuerte en el país: más de 4 millones de desplazados por la violencia, miles de secuestrados, miles de víctimas del conflicto.
Me refiero también al problema que implican las próximas elecciones.
Tenemos que buscar a una persona que pueda llevar a Colombia por los caminos del diálogo, de la concertación y la paz. No podemos contentarnos con que el Producto Interno Bruto (PIB) crezca, sino en una verdadera y justa redistribución del ingreso. Hay un número considerable de compatriotas que no tienen acceso a la salud, a la vivienda, a la educación, o que si acceden a ello, no lo hacen con alta calidad sino con calidades muy precarias.
Monseñor Rubén Salazar, presidente Conferencia Episcopal