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ELLOS SE JUNTAN A SU MANERA

Ramiro Osorio y Cristina Cepeda Ex asesor presidencial y director de teatro/pintora y directora de teatro

Ese día era la última función. Pero no por ello era que los meseros de la obra repartían trago entre el público.
Lo hacían para celebrar el matrimonio que noche tras noche habían representado en el escenario durante la temporada de El burgués gentil hombre. Sin embargo, la presentación de esa noche tenía algo diferente, un toque de realidad que los asistentes no podían creer.
Esa última ceremonia era y no era parte del libreto original de Moliere ni de la adaptación que había hecho el director del grupo teatral de la Universidad de Honduras.
Aunque según el libreto sí debía haber matrimonio, no estaba escrito que lo realizara un juez real ni que los contrayentes fueran los protagonistas que, como pasa con los actores de las telenovelas a los que les toca el romance, terminan enamorados de verdad, verdad.
Sí, al bajar el telón, Ramiro Osorio y Cristina Cepeda eran marido y mujer. Aplausos y felicitaciones. Nada de vestido de novia, ni de tarjetas, ni de champaña y ponqué. Pero sí hubo padrino: el director del grupo que además fue el autor intelectual de esta boda que terminó en una fiesta abierta.
Yo tenía un vestido negro, del vestuario de la obra, y Ramiro usaba un trapero de peluca , recuerda Cristina.
Este par de artistas se habían visto una vez en México, de donde es ella, y seis meses después se encontraron en Honduras participando como invitados en la misma obra. Veinte días fueron suficientes para que surgiera el amor que les ha durado 21 años.
Realmente fue una aventura porque el libreto terminaba ahí. No decía nada de dónde vivirían, si en México donde ella desarrollaba su carrera de pintora y directora de teatro, o en Colombia donde él debía terminar sus estudios de letras en la Javeriana. Después de vivir seis meses en Honduras, terminaron en México. Ahora están radicados en Colombia con sus dos hijos.
Amor de lejos...
Entre nervios y festejos, quizás son los miembros de la Iglesia Unificada los que más se divierten a la hora de contraer nupcias.
Y es que, se crea o no, en cada uno de ellos el esbozo de compartir sus vidas con una pareja que vive a miles de kilómetros de distancia, a quien conocen exclusivamente por el registro multicolor de unas cuantas fotografías, y a quien sólo le pueden hablar a través del idioma común del amor, no puede menos que producir risas, temblores y silencios.
Hace poco, Bogotá fue escenario de un espectáculo religioso de esta secta que casó, en el mundo, alrededor de 350 mil parejas por el exclusivo sistema vía satélite. El reverendo Moon Sun-Myong, pionero en estos menesteres de los matrimonios múltiples, impartió la bendición desde el Estadio Olímpico de Seúl (Corea) a sus creyentes quienes, foto en mano, recibieron con complacencia la llegada de ese otro , distante, desconocido y perdido, que era su pareja. Y aún así la amaban.
En Colombia los matrimonios se celebraron, en aquella ocasión, en el salón Esmeralda del Hotel Tequendama, recinto que reunió a 36 parejas ávidas (fueron 300 mil en total), rellenitas de amor y dispuestas a vivir en su plenitud un afecto cultivado en la distancia a través de cartas, esquelas y misivas perfumadas.
Porque no conocerse, no haber sentido la piel del otro, el beso del otro, el aroma del otro, era, y es, para los fieles de Moon algo mucho más que pasajero.
Y deben creerlo a conciencia, pues después de recibida la bendición en pantalla gigante, haber pagado los 500 dólares respectivos como cuenta de cobro de la Iglesia Unificada, y haber comprado dos anillos de oro 18 quilates, los recién casados disfrutaron de una luna de miel a su manera: las parejas deben permanecer 40 días en un periodo de celibato, rezando y meditando en el papel del casamiento en un mundo lleno de egoísmo e inmoralidad .
Con quién se casa? , se le preguntó en aquella ocasión a un joven tumaqueño, tímido algo retraído.
Con una búlgara que vivió en Italia pero que habla portugués .
Un matrimonio que, gracias a la bendición vía satélite proporcionada por el reverendo Moon, puede llevarse hoy en día entre una billetera, al interior de un portarretratos o, si se quiere, entre bolsillos y carteras.
Malabares de amor
Antanas Mockus y Adriana Córdoba
Alcalde de Bogotá/trabajadora social
Al alcalde Mockus le llegó la hora de meterse a la jaula de los tigres. Y no se trata de una figura para hablar del matrimonio. No, este es uno de los actos que se realizarán después de que Antanas y Adriana firmen los papeles correspondientes ante la notaria que los declarará marido y mujer.
Después del acto oficial, que siga la función. En la carpa que escogieron por templo, estarán los payasos, los animales domados, los malabaristas... En fin, todos los espectáculos propios de un circo.
Para celebrar, un coctel zanahorio (hielo, agua y soda) y de recuerdo un pito.
La fanfarria habitual para darle paso a los domadores será remplazada por música coral. El sobrio traje blanco de tul y el smoking negro se convertirán en sencillos trajes de fique, por aquello de las raíces y la tierra. Y las naturales flores de colores del ramo de la novia, se transformaron en hojas de papel con el aroma del conocimiento.
Aunque hay amigos y familiares que recibieron una tarjeta de invitación para asistir hoy al circo, perdón, al matrimonio, aceptarla significa pagar 40.000 pesos para entrar, cifra que deben cancelar todos los que quieran novelear este original matrimonio, que hoy puede, mientras llegan las 5:30 de la tarde, puede cambiar el ceremonial. Al fin y al cabo el que se casa es Antanas Mockus.
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