Se trata de una plaga que se presenta, según los entendidos, en grandes explosiones, y que, de acuerdo con las características y variedades de las plantas, puede acabar con un cultivo de yuca en pocos días.
El gusano puede llegar a medir, en algunos casos, hasta doce centímetros; siendo más susceptibles a su ataque las plantas que tienen entre dos y cinco meses de edad. Al gusano se le llama cachón porque exhibe un apéndice en forma de cuerno.
Sin embargo, el asunto no es tan alarmante como parece, pues unas sencillas reglas donde entra a jugar la misma naturaleza, pueden mantener a raya la plaga y evitar que se traduzca en un mal mayor.
José Rafael Díaz Jiménez, técnico e investigador de la Corporación Colombiana de Investigaciones Agropecuarias (Corpoica), dijo que lo primero y fundamental es hacer una evaluación de la presencia del insecto y sus enemigos naturales (avispas, pájaros, bacterias, etc.), que para el caso constituyen la fauna benéfica.
Luego de esto, la estrategia apuntará a conservar y aumentar esos enemigos naturales del insecto. De allí, a que haya la necesidad de aplicar productos selectivos que no le hagan daño a la fauna benéfica.
Hay una bacteria, por ejemplo, que existe en la naturaleza y que ataca al gusano. Basta con adquirirla comercialmente y colocarla. Sin embargo, el manejo de esto debe dejársele a los técnicos , dijo.
Lo importante, sin embargo, es que no haya desespero entre los cultivadores.
La labor de reconocimiento del área, es decir, la evaluación de la presencia del insecto, estaba prevista para este fin de semana, luego de lo cual se tomarán las determinaciones del caso.
Díaz Jiménez dice que no se tiene todavía referencia de alguna otra población del Atlántico donde se esté presentando la plaga.
No obstante, llamó a la calma y a esperar que haya un diagnóstico preciso de la situación en Repelón.