The Private Science of Louis Pasteur, escrito por Gerald L. Geison de la Universidad de Princeton, se basa en un examen de las 102 libretas de apuntes de laboratorio de Pasteur, que se han conservado celosamente durante más de un siglo. El reservado y despiadado Pasteur ordenó que sus libretas de apuntes manuscritas deberían mantenerse lejos de terceras personas. Pero uno de sus herederos se las dejó a la Biblioteca Nacional de París, donde estas han estado a disposición de los estudiosos, desde mediados de los setenta.
Geison es uno de los pocos historiadores de la ciencia que basan su investigación en libretas de apuntes de laboratorio. En el caso de Pasteur, la investigación trajo como resultado, serias discrepancias entre sus publicaciones y las declaraciones públicas y lo que registró en sus libretas de apuntes.
Una libreta de apuntes científicos es el lugar donde se supone que un investigador registra el objetivo de cada experimento, las sustancias y procedimientos empleados, los hallazgos y la interpretación de los resultados.
En 1881, después de ayudar a establecer la teoría de los gérmenes, la fermentación y la enfermedad, Pasteur se dedicó a la medicina veterinaria y humana. Trató de reducir la virulencia de los microbios exponiéndolos al oxígeno, a cambios de temperatura y de huésped para que mantuvieran la capacidad de inducir inmunidad sin producir la enfermedad, y hacerlos apropiados para las vacunas.
Pero al desarrollar una vacuna contra el ántrax, una infección bacteriana que era importante económicamente en veterinaria por cuanto era responsable de la muerte de una gran cantidad de ovejas, Pasteur adaptó un método que había usado un año antes para producir una vacuna contra el cólera de los gallinas. Para obstruir a sus competidores, Pasteur intencionalmente se abstuvo de informar acerca del método sencillo que empleaba para preparar la vacuna contra el cólera de los gallinas.
A pesar de la reserva acerca de informar públicamente que la vacuna estaba lista para ser utilizada, Pasteur impulsivamente aceptó un reto público para llevar a cabo el primer ensayo público del mundo de una vacuna experimental. Los asistentes de Pasteur inyectaron su fórmula a 25 ovejas, dejaron a otras 25 más sin protección y luego le inyectó a otras 50 la bacteria virulenta del ántrax. Después las expuso a todas en un campo contaminado con las bacterias virulentas. Al final triunfó: solamente sobrevivieron las ovejas vacunadas.
Pero las notas sugieren que Pasteur mintió cuando sugirió públicamente que su vacuna, tan dramáticamente exitosa, había sido desarrollada a través de la exposición de bacteria ántrax a oxígeno. De hecho, nunca reveló por escrito, que, aparentemente para evitar una situación embarazosa, fabricó su vacuna apoyándose en una técnica utilizada por un rival, Jean-Joseph Toussaint, un médico veterinario, que involucraba un químico, el bicromato de potasio. Eventualmente, el método de oxígeno de Pasteur produjo una vacuna contra el ántrax, pero solamente después de que ganó un monopolio para producirla.
El triunfo final de Pasteur fue el desarrollo de una vacuna contra la rabia. Sus primeros experimentos con humanos fueron precedidos por intentos para curar la rabia sintomática en los animales, como él mismo lo dijo públicamente.
Su experimento más famoso lo realizó con un pequeño niño, Joseph Meister, quien había sido mordido por un perro rabioso y estaba condenado a morir, y cuya madre le rogó a Pasteur que lo tratara. Pasteur le informó que había usado su vacuna contra la rabia en 50 perros, sin una sola falla.
De nuevo, las libretas de apuntes de laboratorio demuestran que este recuento fue engañoso. Pasteur había probado la vacuna en perros, pero fue preparada utilizando un método completamente diferente al que usó para la vacuna suministrada a Meister, y no tenía resultados animales concluyentes para demostrar que la vacuna funcionaba. Pero había adivinado correctamente.
Pasteur era un químico, un pionero que trabajó en una época en la que experimentar con humanos resultaba atrevido, más que poco ético, como se consideraría hoy día.
Geison concluyó que Pasteur tenía habilidades excepcionales como experimentador y teórico y que no se le debe restar crédito. Pasteur también dominaba la retórica y las relaciones públicas que durante mucho tiempo han formado parte de la ciencia, y demostró que incluso los científicos brillantes apuestan al azar tomando atajos para vencer a sus rivales y promoverse a sí mismos.
Al igual que los científicos de la actualidad, Pasteur dependía de los auxilios del gobierno y la industria y aumentó sus entradas con los ingresos provenientes de patentes y compitiendo para obtener premios. En un momento determinado, Pasteur tenía 10 por ciento de los auxilios otorgados por el gobierno. Donaciones del público francés permitieron la creación del Instituto Pasteur en París, e instituciones gemelas en otros países del mundo.