Hay pesos colombianos, dólares de E.U. y dinero suramericano. Todos los
billetes están ampliados en una vitrina, unos con el mismo número de serie y
otros con una clara letra manuscrita dicen Falso.
Son reproducciones de dinero falsificado que Ángel vio en tiendas de los
lugares por los que pasó en un viaje por tierra entre Bogotá y La Paz, que
conforman la exposición Dinero sucio que nada vale. En otra sala de la
galería Casas Riegner de Bogotá donde están las obras hay un inmenso dólar
negro y en un patio, sábanas de dólares se secan al sol.
La artista cuestiona el valor del dinero. Cuándo tiene validez, cuándo es un
papel sin sentido y cuándo, teniendo valor monetario, pierde parte de su
función social.
En ese juego de cambiar el significado invita al público a participar: puso
un sello con un signo de interrogación y una almohadilla con pintura
fluorescente para que la gente lo imprima en sus billetes. Así el billete
queda con una marca que se ve a la luz de las lámparas que se usan para
verificar su autenticidad. Cuando estén circulando y alguien los vea,
creará una duda, dice la artista.