El analista judicial João Marcelo Calaça, de 37 años, se dio cuenta, dos
horas antes de embarcar, de que su pasaporte estaba vencido hacía dos meses.
Un amigo estadounidense que viajaba con él desistió de abordar solo... y se
salvó también.
Si unos se salvaron por distraídos, otros lo hicieron por conflictivos. Es
el caso del coreógrafo Gustavo Ciriaco que, a pesar de haber comprado un
pasaje para el vuelo de las 4 p.m., descubrió a su llegada al aeropuerto que
por un error de la compañía había sido ubicado en el vuelo AF447 (el que se
extravió), que salía a las 7 p.m.
En lugar de aceptar el cambio, el pasajero discutió hasta que la empresa
cambió su tiquete y lo embarcó en el vuelo original. Desde Europa, a donde
llegó sano y salvo, dijo que la discusión por el cambio de vuelo había sido
la pelea de su vida.
Pero por cada final afortunado hay docenas de historias desgarradoras.
Bianca Machado y Carlos Eduardo Macário estaban a bordo del vuelo 447 para
ir de luna de miel a París, pues se habían casado el día anterior. El
cirujano plástico argentino Roberto Corrêa Chem, jefe de Cirugía Plástica de
una clínica de Porto Alegre, viajaba con su esposa y su hija. También
desapareció el ex director de la orquesta del Teatro Municipal de Río de
Janeiro, en lo que la prensa calificó como una pérdida para la música
brasileña. Entre los pasajeros se encontraba el príncipe Pedro Luis de
Orleans e Bragança, de 26 años, cuarto en la línea de sucesión de la
desaparecida corona brasileña