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LA JERINGA HIPODÉRMICA

Es frecuente que el hombre no se detenga en darles el exacto valor a ciertos elementos, los cuales quizás por su uso constante toman el carácter de intrascendentes.

Tal el caso del adminículo del que nos hemos servido en múltiples ocasiones para llevar al organismo enfermo, o recibir los fármacos prescritos por el profesionales médicos, validos -en busca de una más rápida acción- de este que lleva por nombre jeringa o jeringuilla , de acuerdo con su tamaño, vocablo proveniente del griego, que significa tubo , porque su creador, el eminente cirujano francés Carlos Gabriel Pravaz lo ideó en su especialidad, la incipiente cirugía vascular, como un largo tubo cuyo extremo agudo permitía, mediante la presión de un émbolo, llevar las sustancias esclerosantes en él introducidas previamente, hasta las dilataciones o aneurismas presentados en determinadas zonas de los vasos arteriales y producidos por el rompimiento, inflamación o denegeración de sus capas exteriores, para de esta manera corregirlos, los cuales nos recuerdan, observándolos, las imágenes de los balones de fútbol, cuando se rasgan las costuras en pequeños segmentos del cuero con que se fabrican.
Este, inicialmente exitoso traumatólogo, quien en compañía de su amigo y colega Julio René Guerin, fundó una clínica ortopédica en París, donde se destacó por sus aciertos en el tratamiento de las lesiones de los infantes, conocidas como luxación congénita de cadera , una mañana de 1843, mientras descansaba en el jardín de su casa de Lyon, a donde se había trasladado para vivir y en cuyo hospital se dedicó a la cirugía de los vasos sanguíneos, percibió cómo un mosquito detenido en su mesa, tomaba y regurgitaba alimentos en su presencia, mediante un pequeño tubo salido de su extremidad bucal, que no dudó en tomar como ejemplo para su invención.
También su colega Guerin, en cuyo honor algunos aseguran le dio su nombre a las gueringas , abandonaría la especialidad para dedicarse a aquello que él bautizó Seguridad Social, término que permanece en nuestros días, como propósito preferencial de los gobiernos, en procura de atender los derechos esenciales de los ciudadanos.
Las modificaciones a su invento han sido numerosas, especialmente cuando el no menos famoso médico alemán, Carlos Koller, en 1844 descubrió el efecto de la cocaína, sustancia aislada por su compatriota, el farmacólogo Alberto Neuman y se dio curso a su empleo intradérmico como anestésico local, hasta encontrarnos en la actualidad con las jeringas de fabricación a base de materiales desechables, buscando evitar el contagio de múltiples enfermedades, entre las cuales no se puede olvidar el tan temido en nuestros tiempo, síndrome de inmunodeficiencia adquirida o sida, cuya vía de contaminación, entre otras, por este mecanismo se halla plenamente comprobada y cuando al emplearlas, nos hemos detenido a recordar el nombre del doctor Pravaz, para rendirle nuestro tributo de admiración y gratitud.
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