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DOLOROSO ADIÓS PARA LOS CINCO RECIÉN LLEGADOS

Ayer a las 12:40 de la tarde, por la puerta del cementerio Central entraron cinco padres con los rostros desfigurados por el dolor. Cada uno llevaba en sus brazos un ataúd blanco, pequeño, en el que iba su hijo.

DIANA INSIGNARES
Eran los padres de los bebés que murieron en el hospital de Kennedy el pasado martes.
Ayer, caminando llegaron al cementerio. La caravana estaba encabezaba por un grupo de niños que sostenían cintas y rosas blancas. Y que de vez en cuando gritaban justicia!.
Salieron de la funeraria, bajaron por la calle 34 y tomaron la Troncal de la Caracas hasta llegar a la calle 26, en donde los vendedores de flores les arrojaron claveles y rosas blancas a los ataúdes.
La lluvia, entremezclada con el llanto de los padres, familiares e incluso de algunos curiosos que se unieron a la procesión, acompañó el recorrido.
Sin embargo, como una señal divina, al llegar a la puerta del cementerio, las nubes dieron paso a los rayos del sol y la lluvia cesó.
Una vez en el cementerio cada uno de los padres fue a la bóveda que le correspondía y entonces el dolor se materializó en cada papá y en cada mamá.
Los gritos y el llanto se apoderaron del lugar. Todos los padres se aferraban a los ataúdes y se negaban a entregarlos para que fueran sepultados en las bóvedas.
Que no se la lleven, ella no se lo merece. Yo me quedo por ella. Es solo un angelito... , decía el papá de Angie Julieth, una bebé que tenía 19 días de nacida.
Aferrado al cajón con las fuerzas que le quedaban, este hombre gritaba que se la dejaran. Sin embargo, luego de convencerlo y lograr introducir el cadáver en la bóveda, de nuevo reaccionó y fue necesario sacar el ataúd para que él pudiera ver a su hija por última vez.
Entonces madre y padre al unísono, abrazaron el ataúd y en medio de un silencio sepulcral levantaron la tapa del ataúd y fijaron la vista en la cara de su hija. Era la despedida. No debería irse, Dios me la dio y ellos me la mataron , dijo el padre.
Antes de sepultarla definitivamente, la madre de Angie Julieth gritó nunca la voy a volver a ver. Virgen santísima, mi chinita, déjenme verla por última vez .
A la 1:15 p.m. los padres de los bebés se marcharon con las mismas lágrimas con las que llegaron, solo que desde ayer llevarán un vacío que nadie, ni Dios, nos podrá llenar: la pérdida de un hijo , dijo otro de los padres.
DIANA INSIGNARES
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