En nuestras instituciones de educación superior, existe esa preocupación? Reclaman los estudiantes que sus profesores les den instrumentos para aprender a pensar, leer y escribir? Contratan los directivos a catedráticos que propicien en los educandos esas habilidades? Motivan los catedráticos a sus estudiantes para que piensen, lean y escriban? El omnipresente mercantilismo y el culto al dios dinero hacen que la educación superior se oriente a lo técnico, lo pragmático, lo tangible, lo vendible, lo comprable y se dejen en segundo plano no solo en el discurso inaugural del rector, la formación humanística y ética esenciales al verdadero espíritu universitario.
Ya es cliché que la universidad está formando bárbaros que simplemente dominan alguna técnica utilitaria; médicos que conocen la arquitectura del cuerpo pero desconocen la importancia del alma; periodistas que saben titular pero son incapaces de analizar y contextualizar; administradores que saben multiplicar pero desestiman la ética social; y millones de técnicos, tecnólogos e ingenieros de la informática con todo su mundo, su historia y su creatividad limitadas al ámbito mínimo de un disquete importado que les diseñó Bill Gates.
Si los dueños de la educación dejaran de lado por un momento los informes que les presenta el vicerrector administrativo y volvieran a ese principio hoy virtualmente olvidado, mucho mejoraría el mundo...
Al lado de las metodologías, las informáticas, las anatomías, las contabilidades y las mecánicas de los programas universitarios, deben estar en toda carrera la filosofía, la literatura, la historia, la ética y los talleres de creatividad, de análisis, de lectura y de expresión oral y escrita.
Cuando comenzó el descuido de la ortografía latina y poco importaba escribir con ve lo que era con be o con jota lo que era con equis, cuando el latín tomó tan variadas formas de incorrección que lo convirtieron en provenzal, gallego, leonés, valenciá, catalán, castellano, portugués, francés, italiano, rumano y demás romances, comenzó la decadencia del Imperio Romano hasta su lánguida e inevitable muerte.
Lógica, sintaxis, semántica, fonética y ortografía son instrumentos indispensables en la formación superior de la juventud, que sin ellos se quedará en manada de robots con cartones llenos de firmas y sellos aprobados por el Icfes.