Con él, son cinco las personas que en una semana han perecido en la zona por los derrumbes.
Este hombre de 41 años que había alquilado la habitación de esa casa hacía tres meses, vivía de lo que ganaba en su oficio de ayudante de construcción y, según los vecinos, era visitado frecuentemente por sus hijos.
José del Carmen Ferrucho y su esposa María Luisa, los propietarios de la vivienda, son una pareja de ancianos que había comprado hacía veinte años esa casa de la calle 166B con carrera 10.
Ellos no sufrieron heridas y ni siquiera alcanzaron a percatarse de lo que ocurría porque estaban dormidos. Sus hijos, que viven en la casa de al lado, los rescataron.
Con las lágrimas resbalando por su rostro María Luisa permanecía ayer sentada en una silla contando su tristeza, pues se quedó sin casa y era lo único que tenían. Por ahora dormirán en la casa de sus hijos que también se encuentra en riesgo.
Aunque el terreno que les cayó encima no hace parte de las canteras que se explotan actualmente, sí estaba erosionado debido a anteriores explotaciones.
Según la oficina de Bienestar Social, encargada de hacer el censo de las familias en zona de riesgo, aunque todo el barrio Soratama, donde viven unas 1.500 familias, está en alerta roja, no hay un lugar a dónde trasladar las familias.
Nos han propuesto que dejemos nuestros hijos en un jardín del Bienestar Familiar y que después nos vayamos a donde podamos y eso no lo haremos ni locos , aseguró uno de las habitantes en zona de riesgo.
La familia Ferrucho a pesar del accidente de ayer también se niega a abandonar su casa, porque es lo único que tienen y en lo que invirtieron los ahorros de toda la vida.