Desde hace 50 años se registran en el lugar, al sur del país, a 4.000 metros de altura y antes perteneciente al Tíbet, misteriosas desapariciones: el caso más notorio ocurrió en 1950 cuando 100 soldados del Kuomintang en derrota, se refugiaron allí y no se volvió a saber nada de ellos.
Poco después, un avión privado que transportaba a un banquero estadounidense, se estrelló en el barranco, al parecer atraido por una enorme y misteriosa fuerza que alteró todos los sistemas de control del aparato.
Los científicos chinos que comenzaron a ocuparse hace décadas del fenómeno, pagaron su tributo en 1962, cuando cinco geólogos y uno de sus guías, entrando a Heizhugou por Shimenguan (el paso de la puerta de piedra), fueron envueltos por la niebla y desaparecieron.
Posibles explicaciones La densa niebla y los fuertes truenos se enseñorean en la cima casi todo el año, lo que según los geólogos chinos es normal en un lugar a tanta altitud, pero a ello se une la complicada topografía de la zona, que favorece perderse y caer a escondidos cursos de agua.
La cerrazón del lugar, su frialdad y humedad favorecen la liberación de miasmas ponzoñosas que sofocan a las gentes y los animales que van allí, y provocan que caigan a los muchos abismos que hay en ese barranco.
Otra particularidad del barranco del bambú negro es que posee un enorme campo magnético que altera las brújulas y compases y puede incluso causar la caída de aviones al dejar inservibles sus instrumentos.
La expedición descubrió en Heizhugou grandes cantidades de minerales, animales y plantas y las autoridades de Sichuan quieren hacer de ese lugar entre montañas pintorescas un futuro centro de atracción turística.
La meseta del Tíbet y sus prolongaciones en Sichuan y Chinghai no solo son el techo del mundo sino que guardan los mayores barrancos y los cañones más profundos del planeta, como el descubierto en 1993 en el río Yarlung, que en algunos puntos tiene hasta 5.000 metros de profundidad.