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A PONER ORDEN

El democrático gesto del alcalde de pedirles a los ciudadanos su opinión sobre medidas para desembotellar el tráfico, le sirvió para objetar el acuerdo del Concejo que autorizaba restringir el tránsito por número de placa, pero nada más. La confusión, la desesperación y el caos, siguen reinando en todas las calles de la ciudad. Y así seguiremos si el alcalde no se amarra los pantalones y no se atreve a poner a raya a los transportadores, amos de la ciudad, y principales causantes del caos en que vivimos.Pues los transportadores son los ordenadores de las rutas. Por eso no cabe un bus más por algunas, mientras otras están desprovistas. Ellos no les pagan a los conductores por horas de servicio, como a cualquier asalariado, sino por el número de pasajeros transportados. Esa es la razón para que los buses se obstaculicen unos a otros, y paren dos y tres veces por cuadra para ganarse al pasajero, causando así toda suerte de trancones. Esa competencia desgastadora, conocida como la guerra

Mientras no se racionalicen las rutas, mientras los conductores de buses no puedan trabajar en calma, y con un salario decente, mientras no haya multas fuertes tanto para el conductor que recoja o deje pasajeros fuera de los paraderos, como para el pasajero que tome o deje el bus fuera de esas bases, de nada servirán los mimos, las clases de civismo, los buenos consejos, ni las pirinolas del alcalde.
Y tampoco mejorará este tráfico infernal si la Secretaría de Obras Públicas no se digna tapar los huecos de las calles, y no les exige a las empresas de servicios públicos que compongan el pavimento que rompen, a veces acabado de arreglar, para instalar sus servicios o para reparar averías. Esos daños en mitad de la calle algunos son verdaderos abismos acaban con los vehículos; y al obligar a desacelerar la marcha, naturalmente demoran el tránsito.
Se podría decir que todo se confabula contra la ciudad, pues además tenemos: ampliación y repavimentación de vías principales; deterioro progresivo de vías intermedias; destrucción de casas y construcción de edificios, con lo que eso implica en circulación de camiones, mezcladoras, grúas, etc; ingreso incontrolado de vehículos nacionales e importados; desbocado zigzaguear de las motos, y tambalear de las bicicletas; cargue y descargue de mercancías y demás en horas pico; atropellado paso de carros oficiales precedidos y resguardados por matones, como tienen que ser los escoltas. Más de un millón de azorados peatones expuestos a morir al tratar de cruzar en cualquier esquina.
De manera que Mockus, si quiere poner orden, tiene que enfrentarse a los transportadores. Porque el orden no se consigue con mimos. Tan alegre y voluntaria contribución es sólo un pañito caliente frente a un gran problema de alta cirugía.
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