¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

PRONÚNCIESE

Durante muchos años la mayoría de los colombianos fuimos indiferentes a lo que sucedía en la política. Pensábamos que esa actividad era reservada para un grupo de personas por las cuales la mayoría de la gente ni siquiera se interesaba en votar. Y confiábamos ingenuamente en que las cosas saldrían bien porque se creía que los políticos eran mas o menos preparados y en su mayoría honestos. Grave error. Esa equivocación garrafal explica el origen de nuestra actual crisis no solo en lo político sino ademas en lo económico y lo social.

Winston Churchill decía que la guerra era demasiado importante para dejarla en manos de los generales. Parafraseando al gran primer ministro británico podemos afirmar que la conducción de los destinos nacionales es un asunto demasiado trascendental para dejarlo en las exclusivas manos de los políticos. Y peor aún cuando desde hace dos décadas empezamos a evidenciar la creciente y acelerada invasión del narcotráfico y la corrupción en la vida pública.
Esa penetración fue posible porque en la política no existen los vacíos. El enorme espacio que abrimos con lo que dejamos de hacer y de decir todas las fuerzas sociales durante tantos años, fue llenado por los nefastos personajes que hoy dominan el Congreso de la República y muchas otras instituciones estatales y entidades oficiales a nivel municipal, departamental y nacional. La culpa es nuestra. Por pereza, por egoísmo inútil, por ignorancia y por candidez, estamos como estamos, en manos de quienes estamos.
Pero el destino nos está presentando una oportunidad única para frenar la caída libre. Y para diseñar aun visión compartida, unas estrategias y herramientas que nos permitan evitar los estruendosos fracasos del pasado, permitiéndonos así concentrar nuestra inteligencia y energía en hacer el bien y no tan solo en combatir el mal.
Todos debemos pronunciarnos. Más allá de opinar sobre si Samper se puede quedar o se debe ir, hay que armar un paquete de soluciones estructurales. Y todos debemos contribuir a su diseño, por una razón simple pero poderosa: de su efectividad depende nuestro futuro. Por ello, son bienvenidos - como ejemplo digno de imitar- los planteamientos de algunos gremios, movimientos cívicos, empresarios, columnistas de opinión, jerarcas eclesíasticos, académicos y directores de medios de comunicación. Faltan más de los anteriores y un mayor número de organizaciones estudiantiles, sindicatos , asociaciones de campesinos, las amas de casa, los militares, el resto de la sociedad. Nadie puede callar, so pena de no poder después quejarse de lo que se hizo o se dejó de hacer.
A mayor gravedad de la situación, mayor importancia y urgencia de que participemos con ideas concretas y trascendentales que superen los personalismos y la coyuntura. Se debe abrir a la mayor brevedad un gran debate nacional, paralelo a la discusión jurídica, ética y política, para encontrar las fórmulas a aplicar por parte del nuevo gobierno, cualesquiera que sea la persona que lo presida. Además, nos debe quedar claro que salir de la crisis es una responsabilidad que liberarán las ramas del poder público, pero que sin el concurso permanente de todos los actores sociales - proponiendo, fiscalizando- pronto podríamos de nuevo caer en el abismo.
Para terminar, una invitación a que todos participemos en la construcción de ese nuevo país que tanto anhelamos, recordando las sabias palabras del pastor protestante Martín Niemoeller, quien sufrió siete años en un campo de concentración Nazi :
Primero vinieron por los judíos,
y no dije nada-
porque yo no era judío.
Después vinieron por los socialistas,
y no dije nada-
porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas,
y no dije nada-
porque yo no era sindicalista.
Finalmente vinieron por mi,
y no quedaba nadie
que dijera algo en mi favor.
La indiferencia es suicida. Pronunciarnos es rescatar la esperanza.
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO