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ECOLOGÍA VS ECONOMÍA

Sin duda uno de los temas que tienen actualmente mayor trascendencia para el mundo empresarial es el manejo de los aspectos ambientales derivados de su actividad productiva. El sector petrolero, el minero, el cementero, la construcción, las industrias de la transformación -por no citar sino los más directamente afectados- están enfrentando el calvario de obtener las licencias ambientales que les permitan mantener sus actuales operaciones y desarrollar nuevos proyectos de inversión.

El principal obstáculo es la ausencia de claridad, coherencia y racionalidad de buena parte de la legislación ambiental implementada en los últimos años. El país ha querido abordar el desafío ecológico desde una aproximación maximalista que no resulta compatible con el desarrollo actual del tema ambiental en Colombia. Es cierto que, desde hace varias décadas presentamos un acelerado deterioro de ciertos recursos ecológicos. También resulta válido afirmar que muchas empresas no han incorporado el concepto de la responsabilidad ambiental, buscando mecanismos para mitigar el impacto que generan en los ecosistemas. Al igual que en tantos otros aspectos de nuestro devenir comunitario, hemos dejado que los problemas crezcan hasta alcanzar proporciones preocupantes. Por ello es indispensable corregir los criterios con los cuales se ha venido orientando la política del medio ambiente para conciliar la protección de los ecosistemas con el necesario desarrollo económico nacional.
Lo primero que es indispensable hacer es desmontar el absurdo de que puede existir una actividad productiva que no genere ningún impacto ambiental. Toda actividad del ser humano afecta el medio ambiente. En ocasiones, los criterios casuísticos con que las autoridades ambientales interpretan las normas vigentes exigen de las empresas eliminar cualquier impacto sobre su entorno lo que, en la mayoría de los casos, no es posible ni recurriendo a las más avanzadas tecnologías disponibles a nivel mundial.
La política ambiental debe estar enmarcada dentro de un principio general de racionalidad económica. La experiencia de países desarrollados es bien interesante y debe permitirnos evitar cometer los mismos errores que desafortunadamente ya se insinúan en la aplicación de la actual normatividad ambiental. Por ello resulta interesante y positivo la incorporación del concepto de producción más limpia que empieza a abrirse camino en las esferas encargadas de diseñar y aplicar la política del medio ambiente. Lo que se debe buscar son mecanismos que permitan reducir constante y gradualmente los niveles de contaminación generados por las actividades productivas. Lo ideal para que este sistema opere satisfactoriamente es promover acuerdos concertados con los gremios económicos que garanticen el cumplimiento de las metas fijadas.
El tránsito de esquemas productivos contaminantes hacia modelos de producción más limpia requiere la adopción de procesos graduales que le permitan al conjunto de las empresas de un sector productivo adecuarse a las nuevas tecnologías. Solo de esta manera se evita que las normas ecológicas se conviertan en un costo inabordable para muchas empresas que quedarían por fuera de todo margen competitivo. Lo lógico es que las empresas que muestran mayores índices de contaminación tengan que hacer un mayor esfuerzo por limpiar su producción sin que ello signifique su desaparición como unidades económicas. De ahí la importancia de que los acuerdos de producción más limpia sean concertados y puedan tener en cuenta las particularidades de cada sector y aún de cada agente productivo.
Una política ambiental de esta naturaleza obtendría mejores resultados que los esquemas actuales cuya implementación no es clara ni transparente. No sobra mencionar el elevado costo burocrático y las demoras que muchas empresas están debiendo asumir para obtener sus licencias ambientales. Finalmente, se debe enfatizar que una adecuada política ambiental no tiene por qué constituir un freno al desarrollo económico sino que debe conciliar la protección del medio ambiente con las urgentes necesidades de crecimiento de un país en proceso de desarrollo.
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