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TERRORISMO VERBAL... POR AHORA

Todo parece indicar que no nos basta con la guerrilla, el problema de las drogas, la manera como estos dos fenómenos, respectivamente, han enredado nuestras relaciones con Venezuela y con los Estados Unidos; tampoco nos parece que estamos bastante sobrecargados con las tremendas dificultades que generan la criminalidad común, los paramilitares, y la ineficiencia de los mecanismos que tienen que ver con la aplicación de la ley.

Como todo eso no nos basta, entonces venimos engarzados desde la elección presidencial, en un oficio que a todos deleita, excepto a sus víctimas que son, por supuesto, los candidatos presidenciales que aguantaron hasta el final y, más recientemente, ministros y funcionarios de la actual administración. Llevamos pues, casi un año de rumores, suspicacias, insinuaciones perversas, murmuraciones... A medida que ha ido pasando el tiempo, más que una guerrilla de rumores estamos cayendo en un auténtico terrorismo verbal. Y, cuál es el propósito? Pues colocar al gobierno contra la pared, poner bajo sospecha a los candidatos presidenciales y a las autoridades gubernamentales. Y dónde está la fábrica de rumores?
Estoy convencido de que los primeros interesados en que se clarifiquen las cosas son sus potenciales víctimas. El ex presidente López Michelsen clamó hace varias semanas por el destape. Me atrevería a decir que el Fiscal o alguna autoridad competente debería solicitar públicamente que los depositarios de las fotografías, los videos, los casetes y no sé qué otras tantas evidencias que andan por ahí rondando -según dicen los rumores- se presenten ante alguna oficina con dirección conocida, a denunciar lo que tengan que decir. Pero esta es, por supuesto, una propuesta ingenua. Porque, obviamente, no hay interés en aclarar las cosas sino en mantenerlas turbias. Eso es lo que da juego. Eso es lo que divierte. Eso es lo que da morbosas satisfacciones.
Lo curioso es que la política del rumor es propia de países donde no existe la libertad de expresión. Pero en un país donde abundan los noticieros de televisión y de radiodifusión, donde hay periódicos nacionales y regionales, no debería existir espacio para la técnica del rumor. Pero, repito, la murmuración es más divertida que las noticias, no hay que poner la cara ni asumir responsabilidades. Y el efecto es normalmente mayor. Por eso los expertos en la teoría del rumor hablan del mecanismo de exageración . Cuando los rumores regresan al conocimiento de quien inició su difusión llegan enriquecidos, aumentados, deformados hasta el punto de que su creador puede dudar de su paternidad.
Todo sería muy divertido si no fuera porque así se genera un peligroso clima de desconfianza que busca romper la credibilidad de los ciudadanos en sus dirigentes. Así se debilita gravemente el sistema político. Nadie descarta que pueda haber conductas punibles. Lo correcto es ponerlas en conocimiento de quienes tienen la misión de investigarlas. Y asegurarse de que lo hacen efectivamente. De otra manera es crear un ambiente propicio para las presiones internacionales de todo orden. Y, entonces, no debemos llamarnos a engaño cuando esos rumores se recogen en el exterior y dan lugar a afirmaciones, propuestas y acciones que son inadmisibles pero que, de alguna forma. nosotros mismos hemos alimentado y legitimado.
Existe otro peligro, y es el que está ya insinuándose con rumores sobre la situación económica del país: que la industria de la construcción, que los apartamentos de tal nivel, que la revaluación o que la devaluación, que las acciones, o qué se yo, están experimentando esta o aquella crisis. Estamos jugando con candela. Otros países como México han experimentado este tipo de juegos que están basados en la creencia popular de que, si el río suena piedras lleva . El período de transición en noviembre y diciembre de 1976, dio lugar a un pánico económico como resultado de rumores de esta naturaleza. Un autor dice que fueron semanas ricas en efervescencia política y en inquietud e inseguridad sociales. Mientras tanto, un informe tan positivo como el que presentó el principal periódico canadiense sobre Colombia el 20 de marzo pasa inadvertido porque, claro está, no alimenta estos rumores. Así vamos.
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