Algo similar está ocurriendo con los contraflujos, en los que, sin quererlo, los jugadores son los peatones y por qué no, los automovilistas, para quienes los signos de comunicación urbana ya no significan lo que significan, ni a toda hora, aunque hay momentos en que sí significan lo que siempre han significado.
Vale decir que los vehículos circulen por el carril que corresponde. Esos cambios implican que el peatón ya no sólo tiene que estar atento a los ladrones, atracadores y huecos. Ahora tiene que salir pensando sin parar cuidado, cuidado, debo recordar que a esta hora por un lado de la calle los carros vienen, pero por el otro hay algunos que vienen y otros que van. Además, sin las luces que supuestamente deben llevar encendidas para prevenirme .
Esto quiere decir que la cuchilla a veces se verá y a veces no, pues tenemos un árbitro débil y complaciente que no exige cumplir las reglas que él mismo ha señalado Cuántos vehículos encienden las luces? Volvamos a nuestro juego. Para los amantes de los riesgos y las emociones fuertes, algo más: el cambio de signos y significados será cambiante. Para que el jugador no pueda aprender la rutina de la caída de la cuchilla y realmente corra el riesgo, el sí es no y el no es sí se jugará solo a ciertas horas. Que varían de acuerdo con el sitio. Así será doblemente peligroso. Como el que se está jugando en la actualidad. Se estarán contabilizando los perdedores, es decir, los accidentados en los contraflujos? Esta medida para solucionar las congestiones está inspirada en una concepción de la ciudad que podría llamarse timoncéntrica . Es decir, la vida urbana analizada, diagnosticada y resuelta desde la perspectiva de timón de los automovilistas privados. Visto así, las congestiones son causadas, no por quienes circulan en sus automóviles para todo, sino por los buses que transportan 40 pasajeros, o más, como los de dos pisos (116) o los tractobuses (155). Todos sentados además.
Este desenfoque sería equiparable a volar, no en aviones de gran capacidad sino en avionetas. Es decir, que los 4 613.928 pasajeros nacionales y los 1 191.430 internacionales movilizados a través de Eldorado en 1993 en un total de 170.676 operaciones incluidas las de carga habrían necesitado alrededor de cinco millones quinientas mil operaciones para transportarlos en avionetas Qué tal? Como tomar consomé con cucharita! Así es en Bogotá, con automóviles y vehículos públicos pequeños. Es indispensable su racionalización y un NO rotundo a los incivilizados contraflujos.
*Magister en Planeación Urbana y Regional