Enrojecidos los ojos, quebrada la voz y el ánimo, el cubano Roberto Ledesma personificaba la frustración 12 horas después de haber descendido de la tarima de Conferias, donde, en días pasados, tuvo una presentación, inolvidable por lo terrible, en la antesala del festejo de los 55 años del Pollo Barranquillero, Nelson Pinedo.
Perdónenme, por favor. No sé qué pudo haber pasado, dijo, en un cómodo mueble del lobby del hotel El Prado, y se sumió en el silencio. El recuerdo de la noche anterior lo atormentaba intermitentemente.
En su mala hora Un Ledesma vigoroso y entusiasta, no obstante sus 84 años y su obesidad, había subido al escenario. El conjunto del pianista Hugo Molinares lo acompañaba con las notas de Camino del puente, el bolero de los Hermanos Rigual. Enseguida, una salva de aplausos frenéticos invadió el amplio recinto.
Ledesma dio un paso al frente, abrió la boca, pero en vez de la afinada voz de siempre, de su garganta salió un sonido ronco, ininteligible.
El público, unánime, aplaudió, mientras coreaba: Camino del puente me iré a tirar tu cariño al río... Luchando a garganta partida contra la disfonía, intentó cantar los siguientes cinco temas: Declárate inocente, La pared, Con mi corazón te espero, Se me olvidó tu nombre y Dónde estás corazón. Como el boxeador que cae derrotado por los estragos del tiempo, nadie lo pudo salvar. Ni siquiera Juan Carlos Coronel, que subió a la tarima para hacerle la segunda