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‘Intocable’, ¿al poder?

Según el sistema de castas hindú, Mayawati Kumari solo podría ganarse la vida rebuscando entre la basura o mendigando. La tradición milenaria india no le permitiría ni siquiera limpiar sanitarios. Es una dalit o ‘intocable’, una persona impura, con menos derechos que algunos animales.

NUEVA DELHI
Mayawati, sin embargo, se está convirtiendo en la primera mujer nacida en
una chabola (una vivienda pobre) que tiene posibilidades reales de
convertirse en Primera Ministra de India. Su partido, el Bahuijan Samaj
(BS), ya gobierna en la región más populosa del país, Uthar Pradesh.
Desde que saltó a la fama en 1995, esta mujer de baja estatura, soltera y
aficionada a la ropa, se ha convertido en uno de los personajes más
controvertidos de la vida pública india. Ahora tiene opciones de llegar al
poder, con una fórmula que sus detractores tildan de populista y con varios
casos de corrupción a sus espaldas.
“Solo la posibilidad de que Mayawati se convierta en Primera Ministra tiene
un inmenso significado para India. Es la primera candidata que ha llegado a
la cima solo con su trabajo y su estudio, sin contactos en el poder, sin
importantes relaciones de parentesco”, dijo Soutik Biswas, analista de la
cadena británica BBC en India.
Ascenso político
Cuando la democracia llegó a India, muchos ‘intocables’ comenzaron a entrar
en la política con más o menos éxito, pero nunca habían llegado tan lejos.
En teoría, el discurso oficial de la política india es integrador y en
muchos estados existen cuotas para dar preferencia a las clases bajas en los
puestos de la administración pública y la política. Aunque el sistema de
castas sigue siendo muy importante, cada vez son más quienes consiguen
burlarlo y escalar puestos en la pirámide social, especialmente desde que a
principios de los noventa se introdujeron las reformas liberales en el
mercado.
Mayawati, hija de un empleado de la compañía telefónica nacional que
consiguió su trabajo gracias a las cuotas, estudió derecho en Nueva Delhi y
luego obtuvo un título en educación, con una beca estatal.
Siempre estuvo interesada en los movimientos políticos que defendían a las
castas bajas, pero solo en 1984 compaginó dicha inquietud con un trabajo
como maestra.
De la mano de su mentor y viejo amigo, el activista Kanshi Ram, Mayawati
entró en el equipo fundador del BS, un partido creado para defender los
derechos de las castas más débiles, que contaba con financiación de
organizaciones igualitarias y de un sector del empresariado indio.
Su retórica potente y agresiva la convirtió pronto en un personaje conocido
en India. “Vamos a aplastar los signos de las clases altas con nuestros
pobres zapatos”, solía decir al término de sus primeros discursos.
Mayawati fue inmediatamente presentada en las listas del partido para buscar
un escaño en el Parlamento, algo que consiguió en 1989. Desde 1995 es
Primera Ministra del estado de Uthar Pradesh y en 2001 Kanshi Ram la coronó
como su sucesora en el BS, poco antes de morir.
La crisis que vive ahora la política india tras el pacto nuclear con Estados
Unidos y las acusaciones de compra de votos en el Parlamento contribuyen a
elevar el vuelo de la ‘Dama de los pobres’, como se conoce a Mayawati.
Por eso, hace algunas semanas, diez pequeñas fuerzas políticas que acaparan
cerca de una quinta parte de los puestos parlamentarios se unieron en torno
de ella.
“El impacto de Mayawati ha aglutinado muchas esperanzas entre varios
partidos políticos. Tiene una gigantesca imagen y está ganando mucho apoyo.
Podemos decir que ya existe un tercer núcleo de poder en torno de ella”,
aseguró Shekhar Gupta, editor de The Indian Express.
El programa de Mayawati está centrado en las clases bajas de la sociedad
india, que conforman cerca de un 60 por ciento de la población. Su partido
promete frenar la inflación (que se ha disparado por encima del 14 por
ciento), repartir entre los más pobres los frutos del impresionante
crecimiento económico nacional e inyectar millones de rupias en la sanidad y
la educación públicas.
Los ‘intocables’ siguen siendo un grupo minoritario en India, que conforman
cerca de 160 millones de personas. Sin embargo, alrededor de Mayawati se
están agrupando las poderosas fuerzas izquierdistas del país, movimientos
musulmanes y varios partidos regionales que defienden los intereses de
castas bajas e intermedias.
Sus ambiciones se proyectan ya como una tercera opción frente a los dos
partidos que han alternado el poder desde que India alcanzó la democracia:
el Partido del Congreso, heredero de Gandhi y Nerhu, y el Bharatiya Janata
Party, que representa al nacionalismo hinduista.
Analistas indios consideraron la posibilidad de que Mayawati alcance el
Gobierno en un futuro próximo, incluso si su recién nacida coalición no
consigue ganar las próximas elecciones, algo que podría suceder a pesar de
la popularidad de ella.
Según un editorial publicado por el diario Times of India, el Bahuijan Samaj
tiene muchas posibilidades de situarse como un partido bisagra con el que el
ganador se vería obligado a pactar. La idea es que si ninguna de las dos
fuerzas políticas tradicionales consigue una mayoría clara, Mayawati tendría
en sus manos la formación del nuevo gobierno y podría vender su apoyo a
cambio del cargo de Primera Ministra.
Convencido de que puede alcanzar el poder, su partido ha eliminado de su
retórica oficial los discursos contra las clases altas. Su nuevo lema invita
a todos los indios, sin distinción de castas, a “montar en el elefante”,
símbolo electoral del Bahuijan Samaj. En el Parlamento regional de Uthar
Pradesh ya consiguió. el año pasado, el apoyo de 52 diputados brahmines.
Las próximas elecciones parlamentarias de India están programadas para
mediados del año próximo, pero la creciente inestabilidad del Gobierno y la
presión social por la crisis de los alimentos y la inflación podrían
acelerar el proceso.
Los puntos negativos
La figura de Mayawati no está exenta de controversia. Sus adversarios la
acusan de corrupción, de favorecer a sus partidarios descaradamente con
puestos en la administración pública y de haberse enriquecido muchísimo
gracias a la política. Se calcula que su fortuna supera ya los 15 millones
de dólares (cerca de 18 mil millones de pesos), cifra alcanzada por las
donaciones de empresarios y magnates.
Hace algunos meses, su imagen sufrió las sacudidas de un gigantesco
escándalo, cuando un cronista subrayó el hecho de que Mayawati lucía varios
diamantes en una cena de gala.
Sus detractores también le achacan un carácter despótico con sus
subordinados y aseguran que su discurso se basa únicamente en la popularidad
y el carisma personal, pero que carece de un proyecto de gobierno.
Para ilustrar su megalomanía y su populismo, sus rivales suelen hablar de
las gigantescas estatuas que ha hecho construir en Uthar Pradesh con su
efigie, así como los parques y monumentos que ha dedicado a su partido.
“Hay una especie de descoordinación en sus actos que puede volverse en su
contra. Su partido depende demasiado de su carisma y popularidad”, aseguró
el analista político Bhanu Mehta en Nueva Delhi.
Aunque el sistema de castas fue declarado ilegal hace más de 50 años, la
estratificación social cerrada y basada en el nacimiento sigue dominando
gran parte de la vida cotidiana en India. Según una encuesta realizada en
2007, un 74 por ciento de los indios no están de acuerdo con los matrimonios
entre personas de castas diferentes.
La política y su retórica tampoco están exentas del tradicionalismo hindú.
En el país existen siete grandes partidos regionales, incluido el de
Mayawati, que defienden abiertamente los intereses de una determinada casta,
casi siempre de las más bajas.
Frente a ellos, el opositor BJP, grupo nacionalista, tiende a defender los
privilegios y viejas categorías y algunos de sus líderes defienden
públicamente la necesidad de estratificar la sociedad según los viejos
cánones.
Paradójicamente, los movimientos que defienden a las castas más bajas son
los que más insisten en las diferencias, contribuyendo a perpetuar la
concepción contra la que teóricamente luchan.
Algunos casos rozan el delirio, como el de las Bedias, la casta de las
prostitutas, que reclama para sus hijos un linaje de altos vuelos, alegando
que la mayoría de los clientes, que fueron quienes las dejaron embarazadas,
pertenecen a castas altas.
Un asistente médico de Bangalore explicó a EL TIEMPO cómo tenía varios
clientes de las castas más altas a pesar de ser un ‘intocable’.
“Que me dejen meter mis manos impuras en sus heridas y que dependan de mí es
algo nuevo. Pero hago bien mi trabajo y nuestra clínica tiene tarifas
razonables”, comentó.
ORLLOP
NUEVA DELHI
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