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RED PARA ACABAR CON LOS N.N.

De la muerte de su hermano, Alba Nelly Santacruz se enteró a través de la desvencijada grabadora que tenía sobre una mesa. Al principio no entendió bien lo que dijeron en el noticiero, pero le pareció oír el nombre de Pedro Alirio, desaparecido un año atrás, y salió corriendo en busca de otras personas que también tuvieran el radio encendido, para corroborarlo.

Su turbación la extendió Alba Nelly por toda la vereda El Bombón, del municipio de Puerto Guzmán, a tres horas en carro de Mocoa (Putumayo). La mujer golpeó en todas las puertas para averiguar si estaban oyendo Putumayo Estéreo, hasta cuando la gente, también confundida, le sugirió que fuera a la oficina de Telecom. Allí le dijeron que llamara a Mocoa, donde confirmó lo que había escuchado en la emisora local por la mañana.
Al salir de la oficina, desconcertada, se encontró con dos interrogantes. Uno: cómo decírselo a su familia, y dos: cómo habrían averiguado en la radio los datos exactos de su hermano nombre completo, edad, cédula de ciudadanía, nombre de los padres y lugar de nacimiento.
Después de reponerse a la impresión inicial y de entender que el paradero de su hermano se había salvado de ser un misterio para siempre, Alba Nelly se enteró de que la emisión radial era el último tramo que recorría la información sobre Pedro Alirio, en un esfuerzo originado desde Bogotá por encontrar a sus familiares. Hasta la vereda El Bombón, un lejano punto de Putumayo, había llegado la Red de N.N., creada por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
Por el trabajo de esa red el padre, la madre y las seis hermanas de Pedro Alirio Santacruz Olarte se enteraron de su muerte. El salió de la casa paterna hace cinco años, y hacía uno que había dejado de escribir. Ese mismo tiempo permaneció su familia sumida, como otras en Colombia, en la angustia de no saber cuál era el paradero de su ser querido. Desafortunadamente, lo encontraron muerto, pero eso para ellos, a pesar de todo, fue un alivio.
Aunque Pedro Alirio está enterrado en Chinchiná (Caldas) y que no han podido ir por él, los Santacruz encontraron la paz para sus espíritus, pues hechos tan sencillos como pagarle una misa o rezarle una oración apaciguan las penas causadas por su ausencia.
Pesca de datos
La red es un conjunto de oficinas que operan en todas las regionales de Medicina Legal en Colombia, y cuyo centro de operaciones es Bogotá. El trabajo de cada oficina es recopilar toda la información posible sobre los muertos que aparezcan sin identificación en las diferentes regiones del país.
A cada cadáver sin identificar se le abre un expediente con foto, huellas digitales y una descripción de su apariencia en general. Los datos son recogidos en un formulario único que luego es enviado a Bogotá, de donde sale la información a todos los rincones del país.
Y en la búsqueda de los familiares todos los medios son válidos. En ocasiones, de Bogotá llaman a la alcaldía de un municipio, el alcalde se lo hace saber al cura, que a su vez incluye en su homilía el resultado de la investigación de Medicina Legal, y luego se hace un perifoneo.
La oficina de Bogotá está conformada por una odontóloga, una ingeniera de sistemas, dos trabajadoras sociales y dos auxiliares. El grupo trabaja en un pequeño cubículo de no más de tres metros cuadrados en el tercer piso del Instituto en Bogotá, y es el corazón de un gigante que recibe y reparte toda la información sobre N.N. en Colombia.
Allí son sistematizados los casos de muertos sin identificar que se reportan en todo el país y semanalmente sale un boletín con todos ellos para los diferentes organismos de seguridad del Estado con funciones de policía judicial. La meta es lograr expedir un reporte diario.
Un trabajo dispendioso
La primera fase de la red fue el diseño del programa en el computador. Sin embargo, el trabajo lo comenzaron hace cuatro años con las experiencias de los grupos de medicina legal que operan en Bogotá (cuatro años), Medellín (10 años) y en el resto del país (dos años).
Inicialmente, se pretendió dar curso a la ley 38 del 15 de enero de 1993, que obliga a Medicina Legal a tener un registro completo sobre todos los cadáveres que hay en el país sin identificar, al cual pueden tener acceso todos los cuerpos de policía judicial , explicó Alejandra Jiménez, odontóloga forense directora de la red.
Según Alejandra Jiménez, si hace dos años solo se alcanzaba a identificar el 20 por ciento de los cadáveres que llegaban a Medicina Legal, el año pasado esa cifra subió al 80 por ciento. Del mismo modo, subió el índice de reclamaciones de cuerpos por parte de los familiares.
Cuando a alguien se le pierde una persona, lo primero es desechar que la persona esté muerta y que haya llegado a Medicina Legal. Esa es una meta. La idea es reducir al máximo el universo de búsqueda, para luego precisar cada vez más , aconseja Jiménez.
La red de N.N. también propició algunos cambios en los anfiteatros del país. Por ejemplo, se acabaron los dantescos y dolorosos paseos por entre las mesas de las morgues en los que las personas trataban de identificar a un ser querido que presumían muerto. Ahora hay un archivo de fotos para una búsqueda menos agobiante.
Red interinstitucional
El objetivo de la Red Nacional de N.N. se ha cumplido debido a que en ella también están el DAS, la Policía Nacional incluidas la Dijín y la Sijín, el Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía y Derechos Humanos.
El Instituto realiza una reunión semanal con representantes de cada uno de esos organismos y se establecen las posibilidades de colaboración: la Policía presta su archivo dactilar y sus sistemas computarizados de reconstrucción de rasgos a partir de rostros de cadáveres, para lograr un retrato que respete la sensibilidad del público.
El DAS también aporta sus archivos delictivo y civil, y la Fiscalía envía investigadores de las regionales de Bogotá y Cundinamarca, así como de su brigada especializada de menores, para que profundicen en el proceso de investigación y el seguimiento de casos.
Al proceso, así mismo, se sumó la Registraduría Nacional del Estado Civil que, desde un convenio interinstitucional firmado por el anterior registrador Luis Camilo Osorio, trabaja hombro a hombro con el Instituto de Medicina Legal. El grupo de dactiloscopistas de la Registraduría presta su permanente ayuda para la búsqueda técnica. La Registraduría también le ofrece a Medicina Legal un acceso a distancia a sus archivos a través de un modem.
En la Red se entrelazan varios esfuerzos con un solo propósito nacional: encontrar la identidad al mayor número de N.N. para evitar las fosas comunes y devolver a los deudos sus seres queridos.
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