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SE ACABÓ LA SUERTE DEL 'NEGRO ACACIO'

“Llevábamos casi seis meses infiltrando el segundo anillo de seguridad de ‘Acacio’ y nuestro contacto ya había podido llegar. Echarle mano era cuestión de horas. Pero al jefe del frente 16 le dio una diarrea que cambió el resultado de la operación”.

JINETH BEDOYA LIMA
Era el año 2003 y los hombres de las Fuerzas Especiales le seguían el rastro
a Tomás Medina Caracas. La información era tan precisa que no podía escapar:
“En una caravana de siete carros, encabezada por dos camionetas gemelas, iba
‘el Negro Acacio’ hacia Puerto Príncipe (Vichada). Nos habían informado que
el objetivo viajaba en el segundo carro con tres guerrilleros más –dice uno
de los militares que siguió su rastro por años– y de inmediato se coordinó
el ataque”.
En el camino, la caravana era esperada por 10 soldados que llevaban siete
días camuflados entre el follaje. Todo era perfecto, pero un whisky revuelto
con el calentado del desayuno hizo estragos en el estómago del curtido
guerrillero.
“Un par de kilómetros antes de llegar al sitio de la emboscada, los
retorcijones le pudieron y se bajó, cuando regresó decidió cambiar de
camioneta. Al atacar el carro en el que supuestamente iba, él se alertó,
recibió ayuda y logró huir”, agrega el oficial.
Este fue uno de los siete intentos, que durante seis años, le hizo el
Ejército al mítico subversivo que, según las leyendas de indígenas, colonos
y guerrilleros, hoy vaga por la selva convertido en Paujil (pájaro de
monte).
Inicia la persecuc ión
A pesar de que en esa operación murieron 29 subversivos y los carros
quedaron inservibles por las ráfagas , ‘Acacio’ se escabulló. El país había
tenido cuenta de él en septiembre de 1999, cuando un noticiero de televisión
fue en busca de una avioneta derribada en las selvas del Guainía y lo
encontró ‘reinando’ en el caserío de Barrancominas.
Ese mismo año, un avión ruso que cruzó por cielo colombiano, descargó en
paracaídas decenas de cajas que contenían 10.000 fusiles AK-47. El
destinatario: ‘Acacio’, el hombre vital en las finanzas de las Farc.
“De Brasil habían llegado informes solicitando ayuda para ubicar en Colombia
a Luis Fernando Dacosta, ‘Fernandinho’, el capo del narcotráfico en Río de
Janeiro. Al parecer manejaba negocios de embarques y canjes de droga por
armas, con la ayuda de ‘Acacio’”, dice el militar.
Fue cuando se logró hacer la primera infiltración. Un hombre de inteligencia
penetró el círculo que manejaba los negocios de ‘Acacio’ en Villavicencio,
incluido el despacho de aeronaves.
Fue así como el 12 de febrero del 2001 empezó la cacería más grande que se
le ha montado a guerrillero alguno, según el propio Ejército. Fueron 72 días
de ‘Gato Negro’, el nombre que recibió la acción militar que involucró a
3.500 hombres de la Fuerza de Despliegue Rápido (Fudra).
Cuando llegaron las tropas a Barrancominas, ‘Acacio’ estaba en compañía de
‘Fernandinho’ y otras personas que preparaban el festejo para el cumpleaños
de su jefe. Un acuariano del 16 de febrero.
Hábilmente, ‘Acacio’ y ‘Fernandinho’ lograron huir, pero este último resultó
herido en el brazo. A partir de ese momento 20 aviones y helicópteros
apoyaron la persecución que terminó en abril, en el Vichada, cuando el ‘Mono
Jojoy’ le ordenó a ‘Acacio’ dispersar a los guerrilleros, irse con un grupo
y dejar a ‘Fernandinho’ bajo el cuidado de ‘Carlos Bolas’ (quien fue
capturado en Surinam y extraditado a Estados Unidos en el 2003) para que lo
sacara del país”.
El ‘Negro Acacio’ siguió la orden. Pero la suerte de su socio y amigo del
Brasil, con quien compartía el gusto por el whisky Buchanan’s, las mujeres
morenas esbeltas y los campeonatos de voleibol y fútbol, estaba echada.
‘Fernandinho’ cayó, solo y deshidratado.
Cargaba las botas de su víctima
Desde mayo del 2001, cuando terminó ‘Gato Negro’, empezó el planeamiento de
la siguiente arremetida contra ‘Acacio’. Esa vez se pusieron sobre la mesa
las fallas y los aciertos de la primera operación.
El punto a favor que tenía ‘Acacio’ era el apoyo de la población civil. Se
había ganado la confianza de la gente con campeonatos de fútbol, regalos y
bonos de 50 mil y 100 mil pesos a familias con enfermos y viudas.
Eso le permitió llegar sin problemas hasta la antigua zona de distensión y
retomar fuerzas. A finales de julio del 2001, el ‘Mono Jojoy’ le hizo
construir un campamento en La Sombra (Meta), como premio a su osada fuga de
Barrancominas.
Con lo que no contaba el bloque Oriental era que hasta allí llegaría un
militar que logró meterse en los recovecos de los Llanos del Yarí y hacerse
a un puesto en la seguridad de ‘Acacio’.
Los reportes que enviaba el sargento daban escalofríos: el jefe del frente
16 conservaba el fusil M-16 y las botas americanas que le había quitado al
capitán de la Policía Antinarcóticos Wilson Quintero, a quien secuestró y
luego mató en el Vichada en 1998.
‘Acacio’ tenía un gusto especial por la loción Carolina Herrera y la
encargaba directamente de Bogotá. En su equipo de campaña nunca faltó un
camping azul para dos personas, desayunaba con un trago de Buchanan’s y
siempre llevaba puesto un reloj Rolex.
“Todos estos gustos se los aprendió a su amigo ‘Fernandinho’, porque antes
de conocerlo seguía siendo el joven sencillo que salió de López de Micay
(Cauca). Los mismos gustos que le heredaron sus hijas de 17 y 18 años,
quienes viven y estudian en Bogotá”, asegura el oficial.
Para ese momento, los documentos incautados en Barrancominas fueron el
soporte para la solicitud de extradición por narcotráfico que hizo E.U.
La operación se filtra a la prensa
Una nueva búsqueda de ‘Acacio’, la operación ‘Gato Negro II’ fracasó porque
se filtró a un noticiero de televisión.
En medio de la desilusión arrancó, a mediados de mayo del 2003, la operación
que terminó con el fiasco de la camioneta.
Vino entonces la operación ‘Implacable’ que dejó 94 personas capturadas en
tres veredas de Cumaribo (Vichada). Pero ‘Acacio’ otra vez burló el cerco.
Para enero del 2004, las Fuerzas Especiales nuevamente localizaron al
guerrillero y en una operación de asalto llegaron hasta su campamento. Uno
de sus primos hermanos y cuatro insurgentes más murieron.
“Habían sido golpes contundentes y uno de sus puntos débiles eran sus
familiares, la mayoría enlistados en su guardia de seguridad”, cuenta la
fuente.
Ante el acoso, ‘Acacio’ se ocultó en lo más profundo de la manigua y desde
allí siguió manejando sus negocios, protegido por una selva inexpugnable.
Pero las Fuerzas Especiales también siguieron moviéndose y por sexta vez
infiltraron a los guerrilleros en la zona baja del río Papunáua, en
Guaviare.
Cinematográficamente, un piquete de hombres de la Aglan (Agrupación de
Lanceros) se camufló entre la manigua por cinco días. El radio lo puso en
evidencia: “Vamos para allá... alisten todo”, les decía ‘Acacio’ a los
hombres del frente 44.
Así las cosas, la madrugada del 26 de octubre del 2005 los militares
abrieron fuego contra las cinco embarcaciones que llevaban por lo menos 100
guerrilleros. Las lanchas naufragaron y muchos hombres se ahogaron. De
‘Acacio’ solo se encontró su morral. “Ahí sí les creí a los soldados el
cuento de que ‘Acacio’ estaba rezado”, dice el oficial.
“Pasó un año sin poder ubicar a ‘Acacio’. Pero tenía que cometer un error y
su talón de Aquiles eran sus hijas. Las tenía que llamar y así lo hizo”.
En abril de este año, el Ejército volvió a tener sus coordenadas, pero no
era fácil llegarle.
“Solo hasta julio, cuando uno de los informantes se infiltró en su círculo
más cercano, empezamos a buscarle la caída. El resto es historia. Llegó ‘Sol
naciente’, (la operación que terminó con su muerte el pasado primero de
septiembre) y por fin, la séptima fue la vencida”.
La muerte de ‘Acacio’ en un milimétrico bombardeo es el golpe más fuerte que
han sentido las Farc este año, pero no el único.
EL HOMBRE QUE LE SIGUIÓ LOS PASOS
EL CEREBRO DE LAS OPERACIONES CONTRA TOMÁS MEDINA CARACAS
Durante 72 días en la famosa operación ‘Gato Negro’y después por 6 años más,
el general Alejandro Navas, actual comandante de la Fuerza de Tarea Omega,
punta de lanza del Plan Consolidación, le siguió la pista a Tomás Medina
Caracas. Es uno de los militares que más conoce sobre su vida y en
diferentes operaciones le pisó, literalmente, los talones. En abril del
2001, pese a que no logró su captura, dejó tras las rejas al capo brasileño
‘Fernandinho’.
JINETH BEDOYA LIMA
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