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SERVICIO BANCARIO ANACRÓNICO

La queja es generalizada: no pocas fueron las personas que me comentaron, extrañadas, cómo a mediados de este mes algunas sucursales de bancos y supongo también que ciertas sedes principales se quedaron sin liquidez. La gente, en su mayoría, resolvió cobrar la prima de diciembre en efectivo, y los turistas de esta temporada decidieron sacar por anticipado el dinero con el que se disponen a viajar, por estrictas razones de previsión. Si a esto se agrega además la costumbre de no pocos cuentahabientes de retirar sus depósitos a fines del mes, para que el 31 de diciembre no figuren en los extractos cuantías que después pudieran causarles problemas tributarios, es evidente que los bancos no todos, pero sí varios se vieron en aprietos para sortear esta demanda. Hasta el extremo de que hubo usuarios que tuvieron que esperar y recibir su plata por puchos y no de una sola tajada.

Redacción El Tiempo
Intuyo que, al ritmo de la apertura acelerada que estamos viviendo, son muchas las cosas que se quedaron atrás, o que por lo menos no han desarrollado la misma velocidad de cuanto constituye y exige la internacionalización de nuestra economía. Y así como se habla de que no son del todo coherentes tales vientos aperturistas cuando carecemos de una adecuada infraestructura vial o cuando el aeropuerto Eldorado de Bogotá es una porquería y, por si fuera poco, tiene una sola pista, pienso que nuestro servicio bancario también se ha quedado rezagado de esa apertura, y que a partir del próximo año el sector financiero tendrá que tomar conciencia de ello. No solo conciencia sino además poner manos a la obra.
Hay que ver el martirio que se ha vuelto hacer cola para consignar un cheque o para cobrarlo. Para el parroquiano que no tiene más remedio que someterse a esta incomodidad, se trata, en el fondo, de una emulación en largas filas de mensajeros que cumplen ese oficio para quienes se resisten a hacerlo y tienen, claro, quién se las haga.
Pero, usted, lector, ha ido a un banco a mediodía, cuando se supone que por horarios de almuerzo la situación podría estar más expedita? Ni lo intente, pues generalmente ni siquiera hay atención al cliente. Y esto no solo está pasando en los bancos sino inclusive en las corporaciones de ahorro y vivienda, que se caracterizaban hasta hace poco por prestar un servicio más esmerado y ágil. El deterioro de éstas también se ha vuelto notable.
Qué ocurre? Por qué los bancos han dejado de prestar un servicio eficiente? Por qué hay que hacer esas malditas colas interminables para consignar o cobrar un cheque? Y ni se diga el papeleo para abrir una cuenta. Pero aún más: por qué en Colombia cada cheque vale 500 pesos ( quinientos pesos!) para el cuentacorrientista, y en E.U. no solo son gratis las chequeras sino que además van marcadas con el nombre del dueño, para evitar equívocos? Por qué, al amparo de la competitividad, ningún establecimiento nacional se ha lanzado a hacer lo mismo? Por qué se cobra igualmente el manejo de las tarjetas de crédito? Y algo más grave: por qué es tan escaso el servicio de los llamados cajeros automáticos, en el sentido de que muchas veces están sin plata? Si usted se va para Cartagena de vacaciones y no lleva dinero suficiente, qué puede hacer cuando tales cajeros están vacíos y no prestan el servicio que usted pretendía? Y otrosí: ha visto las colas que también se forman ahora en los llavebancos y demás?
Pero lo más grave de esta situación que trastorna sin duda el ritmo normal de una apertura económica que implica, necesariamente, un intenso movimiento bancario es que gran culpa de estas limitaciones no se debe a negligencia o desdén de los dueños de los bancos, sino a los poderosos sindicatos que se han formado en ellos. Hasta el grado de que, hoy por hoy, existen cuatro entidades importantes negociando su convención colectiva, en tono no siempre el más conciliador.
Los sindicatos han entorpecido en forma tan alarmante como inaudita la eficiente prestación del servicio al cliente. Ellos son los que, por conservar repudiables privilegios, no permiten que los cajeros tengan reemplazos a la hora del almuerzo, lo que sin duda contribuiría a desembotellar las colas denunciadas. Y como, por razones obvias, la gente se cansa de hacer dichas colas, y de tener que soportar de paso las vociferantes y desconsideradas arengas de los encargados de sabotear las actividades normales, entonces resuelve apelar a los cajeros automáticos, cuya demanda es tan grande que por la misma razón dejan de ofrecer esa facilidad de suministrar plata al instante, ya que tecnológicamente no tienen capacidad suficiente para permitir retiros prolongados y mucho menos indefinidos.
Desde las épocas de Alberto Lleras, el servicio bancario está considerado como un servicio público esencial, por una razón potísima: porque lo es! Sinembargo, los excesos de un sindicalismo mal entendido han creado, al interior de las instituciones, toda suerte de trabas y cortapisas, y un ambiente que generalmente no es grato para el que tiene que acudir a ellas, sino, todo lo contrario, con frecuencia hostil. Por eso, hace unos dos años, una audaz presidente de banco se enfrentó resueltamente al presidente y a la junta directiva del sindicato de la entidad que ella dirige, y los destituyó. Aquellos no estaban defendiendo unos derechos sino acentuando privilegios que constituyen toda una discriminación, no solo frente a los empleados no sindicalizados sino ante todo frente al usuario de carne y hueso. Que es el que termina pagando las consecuencias del mal servicio.
Como a la Edis, los sindicatos de muchos bancos están acabando con éstos, carcomiéndoselos e impidiendo la prestación de una colaboración digna y eficaz. Y, para colmo, ahora resulta que el senador Orlando Vásquez parece ser el abanderado de un proyecto de ley que intenta suprimir la atención bancaria como servicio público esencial. Si hoy lo es o eso se supone, y sinembargo se presentan los más insólitos paros que a los sindicalistas se les antojan, qué será de este servicio cuando deje de considerarse como esencial? Ha contemplado la Asociación Bancaria tan negra posibilidad? Qué puede hacer el Gobierno ( Quién? El ministro de Hacienda? La Junta directiva del Banco Emisor? La Superbancaria?), para que el servicio al cliente en el sector financiero se modernice de veras y de veras marche al ritmo que reclama la apertura emprendida por Gaviria y Hommes?.
Redacción El Tiempo
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