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EL ARTE NO TIENE EDAD

A finales de noviembre, Ana Joaquina Márquez de Carreño empacó 34 pinturas al óleo y media docena de acuarelas y viajó a Tunja con el fin de exponerlas para que los boyacenses conocieran la obra que ha dibujado durante muchos años.

Redacción El Tiempo
A la capital boyacense llegó con la ilusión de que la gente viera reflejada en los paisajes que ha pintado, la trayectoria de su vida. En su cara dibujaba la alegría que sentía de poder exponer en el auditorio José Mosser del Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyacá (Icba).
Sabía que irían a admirarla porque a los 78 años de vida aún tiene la paciencia y la firmeza para plasmar en el lienzo los colores mágicos del arte. Lo hago porque me gusta y porque me satisface mirar a través de mis cuadros toda la paz y la tranquilidad que se respira en el campo , dijo cuando comenzó a colgar en la galería la obra para la exposición.
Amaneceres, atardeceres, montañas, lagos, árboles, casuchas, pájaros, caballos y bodegones, forman parte de los óleos, mientras que los payasos ríen con suave encanto por los colores de las acuarelas.
Cada cuadro que hago es parte de mí misma. Mi satisfacción es tener todavía un espacio para dedicarlo al arte , expresó en medio de su sonrisa tierna doña Joaquina, quien recuerda con orgullo cómo aprendió a pintar.
Fue por allá en 1932. Estudiaba en el colegio de la Presentación de Tunja cuando mostré mis inclinaciones por el pincel. Desde aquella época me dio por participar en los concursos colegiales y gané muchos premios. Después me casé y me alejé un poco de la pintura .
Guillermo Carreño, oriundo de Guacamayas, fue quien desposó con Ana Joaquina. El estaba dedicado a las labores agrícolas y siempre le respetó las inclinaciones artísticas.
Vida y obra
Ana Joaquina Márquez, soatana de pura cepa, fue la menor de diez hermanos, hijos de un matrimonio católico. Dos de ellos ejercieron el sacerdocio y los otros trabajaron en el campo o en profesiones sociales. Luego de estudiar en Tunja viajó a El Cocuy, de donde saldría a los pocos años rumbo a Guacamayas para radicarse definitivamente allí. En este último municipio conoció a su esposo.
Siempre le ha gustado asistir a misa. No puedo dejar un día sin que vaya a encomendarme a Dios o al Divino Niño Jesús. Eso sí, todas las mañanas voy a misa de siete porque no me gusta perderme el evangelio. Otras veces me encomiendo al Sagrado Corazón para que me proteja de todo mal, tanto que mis hijos dicen que me tiene consentida porque todo lo que pido me lo concede , dijo con la fe puesta en sus oraciones.
Cuando los gallos comienzan a cantar a las cuatro de la mañana me levanto. Arreglo mis pinturas y me voy para mi gabinete a alistar las pinturas y trazar líneas durante un par de horas. Después de que trabajo un rato preparo el desayuno y me voy para la santa misa .
Así, entre recuerdo y recuerdo, y entre cuadro y cuadro, Ana Joaquina va dibujando su vida. No solo me gusta la pintura. También le dedico tiempo a las labores de costura. El gabinete también es mi costurero. En ese sitio guardo mis lanas, mi máquina de coser, mi caballete para dibujar y mis colores. Es tan tranquilo que quisiera no salirme de allí .
Ella vive y pinta por sus hijos y sus nietos. Son tan buenos conmigo. Ellos me consiguen las pinturas y me ayudan a templar los lienzos. Por eso les hago a veces algunos cuadros. Guillermo, Rafael y María Isabel, salieron también nobles y responsables. Tanto que a Rafael lo eligieron alcalde de Guacamayas y se posesiona el primero de enero .
No sé qué hacer
con mis cuadros
La mayoría de los cuadros que trajo a la exposición los pintó durante los últimos cinco meses. Son tantos que no tengo espacio en la casa y no sé que voy a hacer con ellos. De pronto logre vender algunos. La casa en Guacamayas no es tan grande y temo que se me dañen las obras
Hoy doña Joaquina quiere vender algunos cuadros para ayudar en el hogar. Siempre me ha gustado el trabajo y hasta el último día de mi vida quiero colaborar en la casa. Por ejemplo, las acuarelas de los payasos valen a 40 mil pesos y el promedio de los óleos es de 150 mil pesos por cuadro. Ahí tengo una platica y si logarra vender algunos me sentirí más dichosa todavía , agregó.
El jueves pasado concluyó la exposición. A ella acudieron más de quinientos personas, quienes admiraron el estilo y el color que le imprime la abuelita a esos dibujos. Nos transportan hasta el lugar que la inspiró , dijo uno de los asistentes que visitó la exposición.
Me regreso feliz a mi pueblo porque la gentecita valoró mi obra. El esfuerzo y las menciones que recibí de Crea, no fueron perdidos para mí. Esto me sdatisface y me llena de alegría .
Quiere conocer
el nevado
Ahora, ya está lista para regresar a Guacamayas donde la esperan su esposo, sus siete nietos, la casa grande rodeada de cayenos rojos y blancos y de orquídeas, y también el cuarto de estudio, donde todos los dias antes de que salga el sol, ilumina con los colores, el lienzo oscurecido por el color de las cuatro de la madrugada.
También volverá a misa de siete y caminará en medio de las flores que se vislumbran en el campo, mientras una nota de inspiración la trasladan al caballete del cuarto de costuras, y mientras trata de encontrar escondido entre las montañas, el nevado de El Cocuy, el cual a pesar de tenerlo muy cerca, jamás ha visitado. Aún guardo la esperazna de conocerlo antes de morirme , recalcó llena de entusiasmo por escalar el frío páramo. El nevado no se ve, pero cuando sale el sol, la claridad indica que está al oriente. Dios quiera que tenga salud y fuerzas para pintarlo como yo lo vea y no como me lo dibujan las fotografías que he visto .
Redacción El Tiempo
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