Pero luego de tres días de competencia y caras agotadas, no había mucho que esperar. La disputa por el primer lugar estaba entre el par de estudiantes de tecnología del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) y el equipo de ingeniería mecatrónica de la Universidad San Buenaventura, todos bogotanos.
Los otros 14 grupos habían quedado atrás hacía un rato, pero aún así corrían contra el tiempo para poder volver a su ciudad con la frente en alto.
De repente, Julio Ricardo Rojas y Javier Giovanny Rodríguez, del Sena, se levantaron de sus sillas y dejaron de hacer maniobras en aparatos y cálculos por computador. Eran los ganadores.
Me siento muy orgulloso, porque nosotros dos venimos de una institución que no es profesional, sino tecnológica, explicó Julio, antes de que se conociera el veredicto final.
Ganaron el derecho a viajar a Brasil a la final latinoamericana de esta competencia, que mezcla varias ingenierías: mecánica, de sistemas, electrónica, industrial y, por supuesto, mecatrónica.
No es un logro cualquiera, pues este par de muchachos del sur de Bogotá, que alguna vez quisieron estudiar ingeniería y no tuvieron los recursos para hacerlo, lograron sobrepasar cualquier barrera y durante dos meses demostraron que lo importante es el esfuerzo.
Eso lo reconocieron los demás competidores, que también estaban orgullosos por haber llegado a la final tras arduas eliminatorias.
La competencia en Bogotá consistió en superar 16 pruebas, una en cada ronda.
Cada reto estaba ubicado sobre una mesa: a un lado un computador para hacer cálculos, y al otro un complejo mecanismo que simulaba un proceso industrial.
Rodrigo Guarnizo, gerente de didáctica de la multinacional Festo, patrocinadora de la competencia, dice que las Olimpiadas ayudan a detectar mentes brillantes para la industria y, a la vez, permite a los estudiantes medir el nivel de sus carreras, establecer contactos y mejorar su hoja de vida.
Claro, también les facilita viajar y hacer amigos.
De ahí el auge de competencias en todas las ramas de la ingeniería, e incluso de las ciencias económicas, dice Guarnizo.
Los muchachos quieren sobresalir, y los que han ganado cualquiera de las seis competencias anteriores han conseguido empleo muy fácilmente. Los estudiantes, entonces, ven eso y se animan a participar, agrega.
16 equipos de dos personas llegaron a la final de las Olimpiadas Nacionales de Mecatrónica, la mayoría de carreras profesionales.
Édgar Alfonso / EL TIEMPO