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Cuando solo hay un papá Hay hombres que han asumido la paternidad sin la presencia de una pareja. Difícil, pero se puede.

MARFAN
Margarita Barrero F.
Redactora ABC del bebé
La familia tradicional está compuesta por mamá, papá e hijos. Sin embargo,
cada día hay más hombres que deben asumir su paternidad sin la ayuda de una
pareja. La crianza de un niño en estas condiciones no es una tarea
imposible, pero sí amerita más dedicación y responsabilidad.
La razón fundamental por la que hombre y mujer deben hacer equipo para sacar
adelante un hijo es que cada uno, de acuerdo con su género, cumpla una
función importante para la estructuración de la personalidad del niño. “La
mamá se encarga de sembrar la esencia afectiva y la sensibilidad, mientras
que la parte masculina aporta la practicidad y la dinámica en las relaciones
interpersonales”, explica la sicóloga Isabel Cristina Bettín.
LA HISTORIA
Sin embargo, hay circunstancias de la vida que hacen que los miembros del
hogar se distancien y el papá asuma toda la responsabilidad de criar los
hijos. Ese es el caso de Diego García, un artista plástico que está dedicado
a sus dos hijas desde hace un año, cuando su esposa, Diana, se fue al Medio
Oriente por razones de trabajo.
Ocho años después de su matrimonio decidieron tener su primera hija:
Julieta, quien tiene ya 3 años. “Es un cambio que remueve la estructura de
la vida. Todas las frases de cajón sobre la paternidad son reales, porque
salen a flote emociones que no existían y da susto. No dormía, ni comía para
que a ella no le faltara nada”, recuerda Diego García.
La segunda niña nace un año y medio después, apenas va a cumplir dos años.
Pero a la vez que llegó la felicidad con sus dos hijas, también llegó la
crisis económica. Trabajaban muchísimo y nunca ganaban lo suficiente para
suplir todas las necesidades. La relación de pareja se fue deteriorando,
hasta que un día a Diana le llegó una propuesta laboral y eligió marcharse
dejando a su familia de lado.
“Ella hace un sacrificio: renunciar a estar con sus hijas los primeros años
de sus vidas y arriesgarse a perder su matrimonio, para asegurarles un mejor
futuro”, comenta Diego.
Diana trabaja en una multinacional en el Medio Oriente, donde maneja
información confidencial de la empresa, pues dirige el sector de seguridad.
Mientras tanto, Diego le bajó la marcha a sus expectativas profesionales y
se concentró en las niñas.
CUANDO LA MADRE NO ESTÁ
En los primeros años de vida de los hijos se crea el vínculo afectivo. Si la
mamá está ausente, la labor del papá es mantener la relación lo más natural
posible con su hijo, sin intentar suplantar el papel de la mujer. “En una
familia monoparental se recomienda aceptar la nueva situación. Más que
nunca, el papá es el protector, el proveedor y debe estar pendiente de la
afectividad”,indica Leonardo Acosta, sicólogo y terapeuta familiar.
Lo que ocurre muchas veces es que para evitar que sufra su hijo, el padre lo
cuida demasiado, subestima la posibilidad de desarrollo y su sobreprotección
repercute en inseguridad en el menor de edad. “El cariño se debe suplir de
manera natural, sin buscar cubrir el papel femenino, porque tratar de
ejercer un rol que no es el del hombre forma un vínculo que no es
saludable”, aclara la sicóloga.
“Según mi experiencia, en la crianza lo más difícil de aprender es evitar
ser un papá dictador y sobreprotector”, comenta Diego García.
La sicóloga Bettín recomienda en casos como este, que el hombre cree redes
de apoyo femenino, en las que su hermana o la abuela del niño colaboren para
lograr un adecuado desarrollo emocional, sin que pasen a ocupar el lugar de
la mamá. “Es simplemente permitir la ayuda de figuras femeninas que lo
estimulen y lo acompañen, que lo guíen y que le respeten su espacio”,
afirma.
Aunque no se puede ser mamá y papá a la vez, lo que sí es viable es que un
papá aporte su experiencia.
La falta de la mamá repercute en la rutina diaria de las pequeñas. “Cambian
los límites y se puede generar confusión. Por eso, son importantes las
reglas claras para todos los que hacen parte de este proceso”, comenta el
terapeuta.
EL PODER DE LA IMAGINACIÓN
CUENTOS. Todas las noches, la mamá de Julieta y Gabriela enciende la Luna.
Eso les dice su papá, Diego García, para compensar su ausencia. En sus
juegos, su mamá es un pirata o hace parte de la historia de un castillo
mágico, pero siempre está ahí. El ser humano se alimenta de la fantasía, la
imaginación y la esperanza, pero las mentiras pueden generar frustración.
“Esto puede ser un juego verbal sano, siempre y cuando no se les genere
falsas expectativas de que la mamá volverá”, afirma la sicóloga Isabel
Cristina Bettín.
Las niñas terminarán entendiendo quién es el que ha estado ahí
acompañándolas en las buenas y en las malas. “Se puede alimentar las
ilusiones, pero luego dejan de existir porque la emoción está madura y
entenderán que era algo mágico que hacía la vida más agradable. Su nivel de
conciencia les permitirá ver que la realidad es otra”, concluye la
especialista.
MARFAN
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