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PROTEJAMOS LA INVERSIÓN EN MAQUINARIA

Hace poco, Bradford De Long y Harry Summers escribieron un artículo que me llamó enormemente la atención por dos razones (1). En primer lugar, porque se trata de un trabajo de dos economistas de gran talento que tienen el mérito de haber demostrado algo tan básico y sencillo, que a todos nos parece trivial y obvio después de oírlo por primera vez. En segundo lugar, porque lo que ellos dicen es tremendamente relevante para Colombia. De Long y Summers muestran, de manera contundente, que los países cuyo producto per cápita crece más rápido son precisamente aquellos que invierten más en maquinaria y equipo. O lo que es igual, el crecimiento es lento cuando la inversión en equipo es baja. Esto parece obvio, pero la verdad es que no lo es.

En los últimos años se han publicado literalmente cientos de estudios sobre el crecimiento económico. Unos enfatizan la necesidad de gozar de una relativa estabilidad macroeconómica. Otros destacan la importancia de contar con un recurso humano calificado, para no hablar de la necesidad de una buena infraestructura. Algunos incluso han incursionado en aspectos tales como la estabilidad social y política, incluida una relativa equidad en la distribución del ingreso. Todo esto es cierto, pero siempre y cuando la inversión en equipo sea alta. Puesto de otra forma, todos estos determinantes del crecimiento son importantes en la medida que estimulen una mayor inversión. Sin inversión en maquinaria no hay crecimiento; esto es cierto para países ricos y pobres, en cualquier renglón del mundo.
Promedio en PIB
Si creemos en las estimaciones de De Long y Summers, cuando la inversión en equipo aumenta en tres puntos porcentuales (como proporción del PIB) durante un período relativamente largo de tiempo, se puede esperar -en promedio- un punto de crecimiento adicional por año en el producto per cápita. Esto es espectacular. Sí, por ejemplo, la inversión en equipo pasa de 5 a 8 por ciento, como proporción del PIB, el crecimiento en el producto por habitante puede pasar de 2 a 3 por ciento por año. En el largo plazo esto hace una gran diferencia: acorta de 35 a 23 el número de años que se requieren para duplicar el ingreso per cápita de un país.
Estos resultados son una fuente de optimismo para Colombia. Creo no equivocarme si digo que el aumento de la inversión en maquinaria y equipo es lo más importante ( y menos discutido!) que le ha ocurrido a la economía colombiana en los últimos tres años. Las cifras hablan por sí solas. Si se utilizan las importaciones de bienes de capital, indiscutiblemente la variable que mejor predice el comportamiento de la inversión en equipo, los resultados son impresionantes. En efecto, dichas importaciones eran de sólo 1.711 millones de dólares en 1991. Para este año se esperan 4.200 millones de dólares (sólo en el primer semestre ya superaron 2.100 millones).
Algunas personas han tratado de minimizar la importancia de este incremento argumentando que las mayores importaciones de bienes de capital son en realidad mayores importaciones de carros. Aunque es equivocado considerar que la totalidad del equipo de transporte no constituye un bien de capital, concedamos el punto. Sin embargo, el argumento es falso desde un punto de vista estrictamente empírico: aun sin equipo de transporte las importaciones de bienes de capital se duplicaron entre 1991 y 1993.
Otros indicadores son igualmente contundentes. La inversión fija (neta de depreciación) aumentó en términos reales en 16,7 por ciento en 1992 y 33 por ciento en 1993. El crecimiento de la inversión privada fue aún más espectacular: 26,1 y 43,3 por ciento, para los mismos años. Las encuestas de opinión empresarial que regularmente realizan Fedesarrollo, la Andi y el Ministerio de Hacienda confirman estas tendencias.
Aumento de inversión
Por qué ha aumentado tanto la inversión en los últimos años? Aunque hace falta un buen estudio al respecto, es muy posible que la modernización del aparato productivo colombiano sea el resultado de tres factores. En primer lugar, el abaratamiento de los bienes de capital ha sido significativo. Entre mediados de 1990 y junio del presente año los precios relativos de los bienes de capital (relativos al IPP total), cayeron en cerca de 20 por ciento. La razón es simple. La devaluación acelerada de finales de la década pasada encareció los bienes de capital de una manera espectacular. Hoy en día hemos regresado a la normalidad. En segundo lugar, la reducción de las tasas de interés así como la mayor disponibilidad de crédito han permitido financiar más proyectos de inversión. En tercer lugar, y no por ello menos importante, es indiscutible que en el país se respira un clima de optimismo. Las expectativas de crecimiento futuro invitan a los empresarios a mantenerse a la vanguardia en el frente tecnológico.
Sin duda alguna, la política económica debe buscar prolongar el comportamiento reciente de la inversión. Sólo así se logrará un efecto palpable sobre el crecimiento en los próximos años. Por ello, es necesario evitar cambios drásticos en el comportamiento de las variables que explican el dinamismo de la formación de capital. Las tasas de interés no deben subir, a no ser que se tomen medidas adicionales para disminuir el precio de los bienes de capital. En cualquier caso, las medidas deben mantener el clima de optimismo. Los anuncios del gobierno y del Banco de la República deben ser cautelosos y deben reconocer que las expectativas son fácilmente vulnerables.
Hoy en día se habla con frecuencia de un recalentamiento de la economía. No la enfriemos desestimulando la inversión. Eso sería como reducirle el cilindraje al automóvil cuando lo que se necesita es todo lo contrario.
(*) Ex ministro de Desarrollo y analista de Fedesarrollo
(1) Bradford De Long y Lawrence Summers, 1993, How Strongly do Developing Countries Benefit from Equipment Investment Journal Monetary Economics, 32, 395-415, North Holland.
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