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Renata en el Hay

Hugo Jamioy se paró al frente y saludó en lengua kansá al modesto auditorio de maestros y escritores. Luego comenzó a hablar de su experiencia local en castellano: de cómo estaban recuperando el espíritu de la palabra por medio de los ancianos en el valle del Sibundoy, y que su taller de oralitura era una fiesta de la memoria.

Aquello sucedía en un pequeño salón del Claustro
de Santo Domingo en Cartagena, durante los días de Hay Festival. Alrededor
de aquel salón había eventos más conspicuos de la programación: escritores
de renombre internacional hablaban de su experiencia narrativa, enmarcados
por el glamoroso ambiente colonial del Corralito. Aunque los maestros
sentían mucha curiosidad por lo que pasaba en el Hay, no se movían de sus
sillas y toda su atención estaba en las palabras de Hugo. Porque también
están comprometidos con el fortalecimiento de la narrativa local, y cada uno
expondría su experiencia ante el pequeño auditorio.
Una veintena de profesores de literatura, algunos de ellos escritores de
trayectoria en sus regiones, están haciendo una labor impresionante,
valerosa y difícil con los narradores locales. Si bien es cierto que llevan
años de trabajo por su cuenta, desde el 2006 han tenido un fuerte apoyo de
la Red Nacional de Talleres de Creación Literaria (Renata), del Ministerio
de Cultura, que con su nombre ha atraído el apoyo de otras instituciones
como el Cerlac, la Unesco y el Banco de la República. No es un apoyo de
papel, como solía suceder. Es un acompañamiento real, logístico, de recursos
y pedagógico, que en últimas ha disparado la calidad de los textos en
aquellos municipios.
Doce escritores importantes del país ofician de tutores de los talleres y
visitan las regiones para hablar de su experiencia, corregir textos y
responder preguntas. Ramón Illán Bacca, el de Maracas en la ópera; Antonio
Ungar, de Zanahorias voladoras; Enrique Serrano y la Marca de España;
Antonio García, el de Recursos humanos, por citar algunos, han acompañado
aquellos talleres desde su experiencia, cosa que ha enriquecido el proceso
de una manera asombrosa. Y aquello se ha convertido en un hito porque, como
lo anotaba Laura Margarita Medina, directora del taller de Bucaramanga:
“Antes decían que vendrían escritores y jamás llegaban. Es la primera vez
que nos cumplen”. Laura es una gestora cultural que ha logrado consolidar un
proceso literario en los barrios del norte de esa ciudad, tenidos antes por
lupanares solamente.
Y esta veintena de maestros fue invitada por el Ministerio de Cultura al Hay
Festival. Además de compartir experiencias, ajustar programas, discutir
líneas de acción, estaban allí para escuchar a los grandes, enriquecer su
mundo y multiplicar esas charlas por mil. La gestión de Renata logró llevar
al pequeño salón donde se reunían a escritores de la talla de Marcelo
Birmajer, Juan José Millás, Junot Díaz.
Cuando llegó Junot Díaz, por ejemplo, dijo que se alegraba de ver negros en
el auditorio porque no había visto ni uno. Y cuando los profes comenzaron a
preguntar, lo hicieron con tal nivel que Junot además de quedar sorprendido,
tuvo que pararse a explicar en un tablero. Se la gozó harto, se despidió de
abrazo de los maestros de Buenaventura y Quibdó, y se fue con una sonrisota.
Este contacto con escritores nacionales e internacionales que ha promovido
Renata para las regiones es un camino muy eficaz para acabar de una buena
vez con vicios provincianos de marras. Porque se echó a andar un verdadero
aparato crítico, y el proceso se apartó de paternalismos alcahuetes. Cada
uno de los maestros regionales tiene un profundo conocimiento de la
literatura y sus pequeñas tretas, y cada uno tiene una vocación de servicio
a toda prueba.
En fin. Sería beneficioso que toda esta experiencia tan enriquecedora se
replique en el próximo Festival con escritores de barriada cartagenera.
Visite: www.tallerliterario.org
cristianvalencia@yahoo.com
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