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Confesión de Mancuso, ni la cuota inicial

Los al menos 300 asesinatos que Salvatore Mancuso reconoció esta semana y que aterraron al país no son siquiera el 5 por ciento de los que uno solo de sus bloques, el ‘Catatumbo’, cometió entre 1999 y el 2004 en Norte de Santander. Este fue apenas uno de los 10 departamentos que el ex jefe ‘para’ incluyó en los relatos sobre su recorrido criminal de 11 años.

Al ‘Bloque Catatumbo’ la Policía le atribuye 7.300 de los 8.113 muertos en
Norte de Santander en esos cinco años.
¿Fueron los hechos confe-sados la cuota que se fijó Mancuso para lograr los
beneficios de Justicia y Paz o responden realmente a lo que conoció en su
vida como jefe de autodefensas?
En apariencia, ni siquiera parece saber cuánta gente hizo matar. En 24 de
las 87 acciones armadas en las que resumió su actividad en el bajo mundo
dijo desconocer el número de víctimas, incluso de masacres tan conocidas
como la de Macayepo, entre Bolívar y Sucre, donde el 16 de octubre del 2000
lloraron por su culpa las familias de 15 campesinos.
Esto sin contar con que defi-nió como combates con la guerrilla nueve de los
87 hechos relatados.
Pero “guerrilleros” también llamó a los 234 muertos que mencionó con nombre
propio. Fue tanta la indignación por esto que los tres hijos de Aurelio
Areiza, asesinado en la masacre de El Aro, abandonaron el martes la sala
donde lo escuchaban por circuito cerrado de televisión.
“Diez años después sigue diciendo que mi papá era un guerrillero”, afirmó
con los ojos inundados de lágrimas uno de ellos. Los tres hermanos se fueron
añorando un momento para confrontar cara a cara a Mancuso.
Le pasó la pelota a la Fiscalía
Mientras en las víctimas las confesión del ex jefe ‘para’ revivió el dolor
por la frialdad con que habló de sus muertos, en militares y políticos
sembró zozobra.
Como si quisiera lavarse las manos frente a quienes temían su versión ante
Justicia y Paz, Mancuso remató la audiencia del martes diciendo: “Mi
compromiso es contar toda la verdad de lo que conozco, pero no estoy
incriminando ni denunciando sino que ustedes (la Fiscalía) tienen que
analizar toda la información que les estoy dando y ver si hay un delito o
algún culpable de la situación”.
Pero de hecho confirmó lo que a muchos les daba vergüenza reconocer: la
colaboración que sus matones recibieron hasta de generales de la República y
funcionarios judiciales como la siniestra ex directora de Fiscalías de
Cúcuta Ana María Flórez. Y cumplió su advertencia de entregar la prueba
reina de la presencia de 4 senadores, 7 representantes a la Cámara, dos
gobernadores y 5 alcaldes en un pacto con las Auc para “refundar la patria”.
Hasta un nicaragüense quedó envuelto en su confesión. Dijo que había sido
guerrillero del Eln y que luego guió varios asesinatos ‘paras’ en Tibú y La
Gabarra.
En fin, con su frialdad el ex jefe de las Auc terminó de decepcionar a las
víctimas, que no ven a la vista una oportunidad para confrontarlo, y les
demostró a quienes en la sombra apoyaron sus acciones que no va a perder los
beneficios jurídicos por protegerlos.Está por verse cuánto más dirá y a
quién más pondrá contra la pared en las versiones libres que lo esperan a
partir del 25 de enero.
Ya, de hecho, le plantea un reto a la justicia colombiana, a la que también
dejó mal parada porque lo había exonerado de hechos como el de la masacre de
Pichilín, en la que confesó su participación.
Por los oídos de esa justicia pasaron esta semana los relatos de cientos de
crímenes cometidos durante 11 años, cuando ella solo lo había condenado por
uno: por la masacre de El Aro, a 40 años. ¿Cuánto tiene la Fiscalía de lo
que Mancuso no confesó?
“Lo de la ayuda del Ejército no sorprende. Llamé a la IV Brigada mientras
ocurría la masacre y dijeron que estaban acuartela-
dos por elecciones”.
Testimonio de víctima de masacre El Aro, al conocer versión de Mancuso
‘‘Desafortunadamente estuve al frente de la Brigada cuando ocurrieron las dos
masacres, pero ahí están los golpes que le di a las Auc”.
General (r), Rodrigo Quiñónez, comandaba brigada de la Armada.
El engranaje ‘paras’- militares
“El Ejército aportó información”. Esta frase que Salvatore Mancuso mencionó
varias veces durante su confesión es uno de los puntos de partida para
comprender cómo funcionaba la máquina de la muerte que los ‘paras’ y algunos
militares pusieron a rodar por muchos años.
Lo que Mancuso dibuja es un engranaje en el que los oficiales de alto rango,
incluso con la jerarquía de general, ayudaban a escoger los blancos,
proporcionaban mapas y listas de personas para ser asesinadas. O facilitaban
el camino hacia las masacres, como en el caso de La Gabarra (Norte de
Santander). Mancuso asegura que su segundo, ‘Camilo’, se trasladó desde
Tierralta (Córdoba) con camiones llenos de ‘paras’ vestidos de camuflado y
se presentaba en los retenes como capitán del Ejército.
Oficiales de menor jerarquía se encargaban de acciones conjuntas. Incluso,
dice el ex jefe ‘para’, las Auc entregaban muertos de sus operativos al
Ejército. Asegura que sucedió con 11 cadáveres de una incursión en Chimicua
(Magdalena) en 1996.
Lo que deja un extraño sabor es que haya mencionado militares muertos o
condenados. Hasta ahora, ha salpicado a siete, cinco de los cuales perdieron
la vida y no pueden responder. Mancuso empezó en su confesión por el mayor
Walter Fratini, ex jefe de inteligencia del Batallón Junín, de Montería, en
1993. El ex ‘para’ lo menciona como partícipe en varias acciones armadas en
Córdoba.
Sobre el general Alfonso Manosalva, que comandó la IV Brigada en Antioquia,
dijo que estuvo en reuniones y ayudó a planear la masacre de El Aro. De lo
mismo acusa al coronel Jorge Eliécer Plazas, condenado por homicidio y
secuestro y que se fugó en el 2003 de una unidad militar. Cuando era jefe de
inteligencia de la Brigada 17 en Urabá, participó en la masacre de Mapiripán
(Meta).
Pero las alianzas iban más allá. El mayor David Hernández en sus
vacaciones se dedicaba a entrenar a las Auc en el Magdalena Medio y
Córdoba. En el 99 fue vinculado a la muerte del ex viceministro de
Educación, Alex Lopera; se fugó y Mancuso lo recibió en sus filas. Se
convierte en ‘39’, segundo de ‘Jorge 40’. Muere en combates.
Algo similar pasó con la vinculación a las Auc del capitán Jorge Rojas,
quien terminó siendo el proveedor de armas para los ‘paras’ y fundador de
‘Bloque Capital’.
En el caso del coronel de la Policía Danilo González, asesinado en el 2005,
también les hacía trabajos de inteligencia. El otro mencionado es el
general de la Armada Rodrigo Quiñónez. Mancuso dice que en la masacre de El
Salado, “si pasaba algo, Quiñónez era el contacto”. Por el caso de El Salado
y la masacre de Chengue, Quiñónez fue investigado y absuelto por un fiscal
delegado ante la Corte Suprema.
‘Nos interesa la verdad, no la plata’
Desde Bogotá, Cúcuta, Villavicencio, Tibú y La Gabarra familiares de las
víctimas de los ‘paras’ de Mancuso han seguido a través de los medios de
comunicación las confesiones del ex comandante de las Auc con la esperanza
de saber qué dice sobre sus parientes.
Lo que más les ha dolido estos días es la ‘frescura’ con la que Mancuso,
según oyeron, entregó su versión. “Él todo lo dice muy sereno, como si los
muertos no tuvieran ningún valor”, dice el familiar de un muerto en la
masacre más grande de El Salado (Bolívar) .
A las víctimas solo les interesa una cosa: conocer la verdad. Quieren que en
medio de ella se aclare que los muertos no eran guerrilleros o delincuentes,
como los hicieron aparecer los ‘paras’. “Nuestro interés es saber qué pasó y
que nos digan por qué lo asesinaron. No estamos interesados en plata, porque
sabiendo la verdad podemos estar más tranquilos”, afirma el hermano de un
joven muerto en la masacre de La Gabarra (Norte de Santander) en noviembre
del 2003.
Muchos están escépticos sobre lo que ha dicho Mancuso. “Me da rabia cuando
menciona un ataque o una masacre y dice que fue un enfrentamiento con la
guerrilla”, señala una viuda de El Tarra (también Norte de Santander).
Ese sentimiento se mezcla con el miedo, con el temor a denunciar, pues según
dicen varios los ‘paras’ todavía ostentan poder. En Tibú por ejemplo no
quieren hablar del tema por teléfono.
Ya hay amenazados
Yolanda Izquierdo y Manuel Argel, dos cordobeses que representan a 800
familias de ese departamento y denunciaron a Mancuso y otros paramilitares
por presionarlos para vender las tierras que les habían otorgado la
Fundación para la Paz de Córdoba, (Funpazcord), recibieron amenazas después
de asistir a la primera versión libre.
“Cuando nos devolvimos para Córdoba, el 22 de diciembre, nos informaron que
había una orden de matar a la mujer que coordinaba a las víctimas de
Funpazcord, o sea a mí. Quieren que dejemos las cosas así”, cuenta Yolanda.
Creen que las amenazas provienen de paramilitares que no se desmovilizaron y
estarían usando las tierras que los obligaron a vender, pero no hay nada
seguro.
A pesar de los temores Izquierdo dice que seguirá al pie del cañón hasta que
Mancuso hable del tema y ya le solicitó protección oficial a la Unidad de
Justicia y Paz.
Por miedo muchos ni siquiera han pensado en ir a Medellín a las versiones
libres. “De aquí nadie ha ido. A la gente le da miedo aparecerse por allá.
Además, tampoco hay plata”, dice otra víctima de El Salado. Los que han
sufrido por culpa de los ‘paras’ afirman esperar más justicia que
reparación. Dicen que hay cosas que la plata no paga y para ellos esa verdad
no tiene precio.
Algunos crímenes de los que no habló
Barrancabermeja, 16 de mayo de 1998: ‘paras’ de Castaño y Mancuso mataron a
7 personas y desaparecieron a otras 25.
San Pablo, Sur de Bolívar, 8 de enero de 1999: fueron masacradas 14
personas.
San Juan Nepomuceno, Bolívar, 11 marzo de 2000: hubo 8 muertos y
desaparecidos.
Arenal, Sur de Bolívar, 2 de octubre de 1999: ‘Paras’ masacran a 8
campesinos.
Pueblos palafitos de la Ciénaga Grande de Santa Marta, noviembre del 2000:
la cifra de muertos pasó de 60.
Chengue, municipio de Ovejas: El 17 de enero de 2001 los ‘paras’ asesinaron
a 34 personas.
3 momentos ante el fiscal de Justicia y Paz
ASESINATO DE GNECCO
1. Sobre el asesinato de Jorge Gnecco, hermano del controvertido Lucas Gnecco,
por dos veces gobernador del Cesar y de José ‘Pepe’ Gnecco, que fue senador.
Mancuso definió el crimen como un juicio de responsabilidad por el secuestro
de Julio Zúñiga, que se hizo sin consentimiento de las Auc.
“La orden de Castaño, ‘Jorge 40’ y mi persona era dar de baja al señor Jorge
Gnecco y su grupo de seguridad privada ilegal, una convivir que tenía y que
se dedicaba al homicidio, robo de mulas. “ (...) Gnecco fue uno de los
primeros patrocinadores de las autodefensas del Magdalena (...)
“Tuvo participación en el secuestro de otros dos empresarios. Se robaba las
mulas, todo a nombre de las Auc, e iba a aspirar a la Alcaldía de Santa
Marta.
“(...) El comandante Castaño se enteró de esa situación y dijo: le prohíbo
terminantemente que aspire”.
PODER EN LA U. DE CÓRDOBA
2. “Decidimos intervenir la Universidad (...), entonces es cuando yo llamo al
Consejo Superior y les digo que elijan como rector a Víctor Hugo Hernández
(...) Él se comprometió a sanear la Universidad, a arreglar el problema
pensional, a hacer una evaluación estricta a la U, una serie de compromisos.
No cumplió y yo le exigí la renuncia.
“En una ocasión cité a una reunión a Ralito a unas personas que tenían la
responsabilidad de direccionar la Universidad.
“ (...) Les dije que no podían acabar con el patrimonio cultural de una
región. Les dije: necesitamos ponerle contención al foco de corrupción que
hay acá.
“Hugo Iguarán, candidato a la rectoría de la Universidad de Córdoba, (...)
estuvo en las negociaciones del Caguán. Por esa situación se le da de baja”.
RESPUESTA A LAS VÍCTIMAS
3. Mancuso respondió así a las inquietudes de las Madres de La Candelaria de
Medellín:
“Aprovechando la oportunidad de que usted (el fiscal del caso) está
conversando con las víctimas, me gustaría decir que tuve la oportunidad de
revisar el listado de casi 200 personas que ellas me hicieron el favor de
entregar. Yo les entregué copia a los comandantes en la cárcel de Itagüí,
para que averigüen qué pasó con cada uno de los que que aparecen en ese
listado.
“Solamente tres personas de las casi 200 que aparecen allí estaban en zonas
de comandantes que estuvieron bajo mi jurisdicción y responsabilidad. Y ya
me estoy dando a la tarea de (averiguar por) esas tres personas con la gente
que estaba en el área.
“Los otros comandantes están en este momento buscando la información, que
les entregaremos a las víctimas en un tiempo prudencial”.
‘‘Los paramilitares contestaban el teléfono del granero de mi papá y cuando lo
pregun tábamos decían: “Está ocupado, lo están matando”.
“Solo quiero que se sepa toda la verdad, que se reivindique el nombre de mi
hermano y que Mancuso confiese qué autoridad de Norte de Santander le
ayudaba”.
Hermano de un hombre asesinado en Cúcuta, a quien acusaron de guerrillero.
Joven que perdió a su padre en la masacre del municipio metense.
“La confesión no me sirve, porque no puedo reclamarle. Si lo tuviera
cerquita (a Mancuso) mínimo un pellizco le daría para desahogarme”.
Familiar de una de las víctimas de la masacre de El Salado.
Mancuso los señaló
Ana María Flórez.
Ex directora de Fiscalías de Cúcuta. Mencionada por Mancuso como 'La
Batichica'. Dijo que señalaba fiscales.
Danilo González.
Coronel de la Policía. Mancuso dice que intervino en 1997 para que lo
dejaran en libertad en la Costa.
Walter Fratini.
Mayor del Ejército. Mancuso menciona su participación en 11 acciones
armadas en Córdoba. Muerto.
Jorge Rojas.
Capitán del Ejército. Preso por el atentando a Wilson Borja. Mancuso dice que creó
el 'Bloque Capital'.
Rodrigo Quiñónez.
Fue comandante de la Infantería de Marina en Corozal para la época de varias masacres.
David Hernández.
Mayor del Ejército. Condenado por secuestro, huyó y se convirtíó en '39'. Murió en el 2004
en el Cesar.
'El Nicaragüense'.
Guerrillero del Eln nacido en Nicaragua. Orientó a los 'paras' en masacres de Tibú y La Gabarra.
Cuñado de Castaño, entre los matones
'Camilo'. Ex militar. Mataba en Norte de Santander. Tras el desarme del 'Catatumbo'
huyó de Ralito. Sería jefe del grupo emergente 'Águilas Negras'.
'H-2': Cuñado de Carlos Castaño. Ejecutaba asesinatos y masacres en Córdoba y Urabá. Las
autoridades investigan si está muerto.
'Cobra': Otro de los matones de Mancuso y Castaño en Córdoba y Sucre. Mancuso dijo que los
mismos 'paras' lo mataron por 'excesos' contra la población.
'René' y 'Baltazar': eran jefes de sicarios en Cesar y Magdalena en los primeros años de la incursión
'para', a mediados de la década pasada.
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