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NÚÑEZ, POETA

Sobre el Núñez poeta, como sobre el Núñez político, se ha derramado en nuestro país un océano de tinta; mas al paso que nadie se ha atrevido a negarle sus condiciones de gran político, aunque sea para vapulearlo, en cambio las de poeta sí que se las han regateado. Pero lo curioso y lo contradictorio es que las invectivas contra su poesía han provenido por lo general de sus admiradores, mientras que los elogios han menudeado principalmente en las filas de sus enemigos.

Eduardo Lemaitre
Hace algunos años, por ejemplo, el crítico literario Andrés Holguín publicó una notable antología de la poesía colombiana, y allí no aparece don Rafael ni de lejos. (Tampoco menciona a Julio Flórez, y si alguien en este país fue poeta, y sólo eso, fue este hijo de Chiquinquirá). Pero no pensaban así sus abuelos, don Carlos y don Jorge Holguín, aunque es probable que en el juicio de estos pesara grandemente la gratitud para quien había sido su benefactor. Y en cambio, Juan Lozano, cuyo odio por el Regenerador es bien conocido, afirmó cierta vez en su columna del Jardín de Cándido en EL TIEMPO, que Núñez era uno de nuestros más hondos y perdurables poetas. Es lo que más se acerca a la gran poesía europea, a los poetas ingleses, sobre todo a poetas como Coleridge, Swinburne, como Meredith y Thomas Hardy , escribió.
Y, por su parte, Vargas Vila, para quien el señor de El Cabrero no era, como político y como persona, sino un sátrapa opresor , un apóstata sombrío , un bígamo inmoral , un siniestro conductor , un tirano enigma , un tigre voraz y un adúltero y apóstata , Caín y Judas al mismo tiempo , se rinde casi mansamente ante lo que para él parece evidente: era poeta - dice-, y su poesía metafísica, oscura y grandiosa, no tiene la vaguedad de las nieblas coloreadas de los soñadores alemanes; su nebulosidad espesa la hace negra; es una nube de tempestad que el sol no colora, pero cuyo seno se ve a veces incendiado por cárdenos relámpagos... La eufonía está ausente de sus versos, pero en su fondo, sin embargo, las ideas semejan riquísimo perfume árabe encerrado en tosco y desgarbado vaso... .
Pero si el odio y el prejuicio no perturbaron el criterio de Vargas ni el de Lozano (aunque puede haber sido en ambos un truco literario para afectar imparcialidad y permitirse así el agravio por el lado político y personal) es imposible desconocer que en muchos de los juicios adversos o favorables sobre la poesía de Núñez ha jugado papel preponderante la intención o tendencia política. Antonio José Restrepo, por ejemplo, afirmaba que Núñez no sabía hacer sino versos de matraca . Y, por su lado, Baldomero Sanín Cano y don Miguel Antonio Caro se pronunciaron en su época, el primero en contra, en un folleto que publicó bajo el seudónimo de Brake y que intituló Núñez poeta , y el segundo en favor, en una serie de artículos aparecidos en El Orden , bajo el título de Cartas abiertas a Brake .
Otros grandes hubo, sin embargo, que ajenos por completo a nuestra política, aunque tal vez influidos por sentimientos de gratitud, se pronunciaron categóricamente en favor de la poesía de don Rafael. Así ocurrió con Rubén Darío y con José Asunción Silva. El primero declaró en cierta ocasión que la única composición que en lengua castellana he leído yo semejante a las modernísimas de los decadentes de Francia, hecha a la manera de Julio Laforgue, es la del doctor Núñez titulada Sideral. Por supuesto que más clara y comprensible que la del parisiense. Núñez está al corriente del movimiento de la literatura universal: estudia, sabe, y si quisiera, modernizaría . Y en cuanto al melancólico bardo de los Nocturnos, se expresó de este modo: Aquella es una poesía honda y grave, música de órgano más bien que serenata de mandolina, himno llano que resuena en una catedral gótica, más bien que endechas de trovador al pie de un castillo...
Filosófico y amoroso
Hay, no obstante, muchos otros críticos literarios, que no le debieron nada especial al doctor Núñez, pero que, en cierto modo, coinciden con aquellos dos gigantes de las letras hispánicas. Dijo así, por ejemplo, el doctor Antonio Gómez Restrepo: Pero este gran luchador era también un gran poeta, y como poeta se hizo célebre en su juventud. Sobresalió en dos géneros: el filosófico y el amoroso. Su apasionado Todavía tiene vibraciones de la lira de Byron. El Que Sais-Je y Dulce ignorancia, expresan el hondo desencanto de quien vanamente busca en el mundo la explicación del destino humano, y no pudiendo arrancar a la ciencia la clave del enigma humano, levanta al cielo los brazos con gesto de desolación infinita... Y luego añade: Faltó el señor Núñez, como poeta, el dominio acabado de la forma; no poseía oído muy fino; y así, al lado de versos admirables, dejó escapar otros de áspera y rocallosa factura, como si fuera un gran poeta extranjero que escribiera versos en castellano. En ocasiones, el pensamiento filosófico aparece desnudo de galas poéticas. En cambio, cuando acierta, nos ofrece ideas profundísimas, como pocos poetas castellanos tienen expresadas en fórmulas de insuperable concisión y de lapidaria belleza. Uno de los últimos cantos de este poeta romántico tiene cierta vaguedad musical, como de sinfonía modernista: Sideral es una de sus mejores inspiraciones .
Y algunos años antes, Fernando de la Vega, otro gran crítico de nuestras letras, se había expresado de este modo: La versificación de Núñez es a trechos dura, incorrecta, inarmónica; en ocasiones se diría que la forma no resiste el vigor de las ideas y acaba por romperse. Es un molde blando, que se quiebra al peso del material que lo llena. No hay que buscar en sus estrofas pureza esmerada ni exuberancia deslumbradora; la sobriedad enérgica, sentenciosa, es la nota característica suya. Por encima de todo tuvo el don, a pocos concedido, de grabar en frase viva, pintoresca, pensamientos nobles y originales que han circulado con envidiable fortuna, que comunican aún al ánimo extrañas vibraciones y conmueven y confunden el espíritu, interesándolo siempre .
Se quiere más? Yo no sé si el concepto y testimonio de estos letrados, que algo sabían de su oficio, sea suficiente, ni me importa mucho, pues el que Rafael Núñez haya sido o no buen poeta es asunto que no quita ni añade un adarme a su gloria como estadista y político; pero de todos modos no está de más que estas cosas sean recordadas, para que las nuevas generaciones no se dejen comulgar con ruedas de molino.
En todo caso, de este debate que dura ya casi un siglo, si no más, se estará riendo allá en el otro mundo el autor del Que Sais-Je. Y prueba de ello es la opinión que él tenía de sí mismo como poeta, según pude comprobarlo hace poco, mientras leía una serie de cartas dirigidas por don Rafael, desde Cartagena, a don Miguel Antonio Caro. En una de ellas, fechada en abril de 1888, el poeta cartagenero le da la noticia al señor Caro, de que acababa de ser editada en Francia una colección de sus poesías, dirigida por Daniel J. Reyes, quien había sido su secretario privado, en otro tiempo. Y le hace estas confesiones literarias: Reyes ha hecho una colección de mis poesías a su placer. Yo habría suprimido más. Mi literatura es bárbara: tiene vigor a veces, pero es materia prima. Yo no he hecho humanidades, ni he aprendido nada con maestros y todo lo debo a la inspiración: todo, todo .
Después de esto, qué sigue?
La yedra y el olmo
La yedra le dijo al olmo:
Fuera de mi dicha colmo
poderme apoyar en ti!
El olmo al punto contesta:
-En mí tu beldad recuesta
y adorna mi tronco así.
Después corrieron los años
con los bienes y los daños
que siembra el tiempo al pasar:
Mas nada turba ese enlace,
y ni aun el hacha deshace
lo que amor logró estrechar.
Eduardo Lemaitre
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