Araújo, en una audaz aventura que les quita a las Farc uno de sus ases para el canje, escapó de sus captores el domingo a las 10 a.m. aprovechando los momentos de desconcierto que sembró en el grupo guerrillero un ataque de las Fuerzas Militares. Como resultado de los combates, murió el infante de marina Tyron Almanza, resultaron heridos tres soldados y murieron seis guerrilleros. El ex ministro atravesó durante cinco días la espesura de los Montes de María hasta que encontró ayer un destacamento de las Fuerzas Militares: era el feliz final de su largo y atroz calvario de secuestrado y su arriesgada aventura como fugitivo.
La lucidez, valentía y claridad con que Araújo habló al país apenas horas después de su rescate muestran que el infame cautiverio no logró hacer mella en su espíritu, y que es posible mantener un ánimo fuerte incluso en las circunstancias más adversas. Seguramente, la Fuerza Pública también lo estará celebrando con particular alegría, no solo por el éxito del operativo que había sido autorizado por la familia sino porque este buen suceso fortalece su crediblidad e imagen.
Fernando Araújo expresó dos ideas que merecen reflexión. Por una parte, su fe en las acciones de las Fuerzas Armadas, que, según dijo, durante el tiempo de su secuestro obligaron al grupo guerrillero a mantenerse en constante y alarmado movimiento. Esto no fue óbice, sin embargo, para que retuvieran a su víctima durante seis años, así como hay otros secuestrados que sobrepasan con mucho ese tiempo en cautiverio. Como lo recordó la Fundación País Libre, hay miles de compatriotas en esa situación de los que no se sabe nada hace años.
Tal vez por esta razón, Araújo, que tuvo palabras de aliento para los demás secuestrados, se mostró amigo cauteloso del intercambio humanitario (en los términos definidos por el Gobierno), opción que considera menos riesgosa que el rescate armado.
Los detalles sobre su secuestro, que el ex ministro reveló ante la prensa, indican una vez más la abominable condición de este delito y el rechazo vigoroso que merece en cualquier sociedad civilizada esta práctica, que es, como bien se la ha definido, la esclavitud de nuestro tiempo. Expresamos nuestra complacencia por el rescate del doctor Araújo y le damos, como él mismo lo definió, una cordial bienvenida al siglo XXI.
Colombia celebra el regreso a la libertad del ex ministro, que llevaba seis años en poder de las Farc.