Como si nada hubiera pasado, la mayoría de jugadores esperaron en el campo de juego, se despidieron de la terna arbitral y también de sus verdugos. Ni la más mínima muestra de orgullo, justamente este rasgo que se ha convertido en lo más preciado de los santafereños a través de toda su historia.
A tal punto llegó la pasividad de Santa Fe que el partido no resiste un análisis profundo. Simplemente, Independiente Medellín aprovechó todos los regalos que le brindó en bandeja de plata el cuadro bogotano.
Fue sencillo y práctico lo del conjunto visitante. Esperó en su zona y salió en contragolpe gracias a la velocidad de sus atacantes Carlos Castro, Wilson Cano y John Jaime Gómez que encontraron un camino limpio de obstáculos hacia el marco del nervioso Jaime Leonardo Rodríguez.
El primer gol (minuto 39) fue un obsequio del arquero: disparo de Carlos Castro, Rodríguez se arrodilla para detener, pero la bola se le escurre por entre las manos...
El segundo (minuto 44), el clásico contragolpe con pase de Cano a Castro, quien encuentra la franja izquierda desocupada ( Choco Suárez se había ido en proyección) y baña al arquero con un globito.
Ya era un partido decidido. Primero, porque Medellín veía cómoda su labor por la terquedad roja de enviar un pelotazo al centro del área como si tuviera el mayor cabeceador del mundo. Y, segundo, porque era evidente la flojedad santafereña para recuperar el balón, sin ninguna fuerza ni temperamento.
La entrada de Wittinghan por Hurtado para el complemento, le dio más libertad a los visitantes en las franjas centrales. Y hubo jugadores del Medellín que recorrieron hasta 50 metros sin que nadie saliera a taponarlos. Ni Samaniego ni Angulo hicieron sombra para tratar de complicar la salida de los defensas, Salcedo y Ceballos erraron pases de 2 y 3 metros, Correa no sabía para dónde ir, Suárez se iba y no regresaba, Villamizar y Peña solo atinaban a levantar la mano pidiendo fueras de lugar inexistentes, Gutiérrez se hizo expulsar por patada violenta a Cano (minuto 15) y Rodríguez era una invitación al gol para los delanteros rivales, por su extremado nerviosismo.
El tercero (minuto 10 del complemento) fue un remate de Gómez que desvió Villamizar, el cuarto y quinto tuvieron el mismo desarrollo: diagonal de Wilson Cano, Peña y Villamizar viéndolo pasar y mano a mano con el guardavallas que ganó el delantero (minutos 23 y 44).
El descuento fue a los 14 minutos, con un tiro libre de Adriano Samaniego, que se metió por el ángulo izquierdo de Barbat.
Desde mayo de 1981, no le hacían cinco goles a Santa Fe en El Campín. Fue Millonarios con el mismo marcador de 5 a 1, en una jornada en donde a los albiazules les salió todo, mientras los rojos dejaron traslucir por lo menos su reconocido espíritu de lucha.
Este domingo 9 de octubre ni siquiera se exhibió vergenza para impedir el desastre. Se ha pisoteado lo más sublime de Independiente Santa Fe como era el sacrificio, el pundonor, el orgullo y el temperamento.
El resultado como tal es una carga enorme, pero habrá que aceptarlo... Queda, eso sí, la reflexión sobre la actitud del plantel en el momento más importante de la temporada 94.