Ahora, cuando les toca representar al Valle en la Copa Royal de Voleibol, tienen la oportunidad de hablar, de darse a conocer, de decir, por ejemplo, que se llama Juan Carlos y que trabaja en las Empresas Municipales de Cali, mientras que Mauricio aún estudia y espera graduarse.
Los hermanos Giraldo han desarrollado sus costumbres sin ruidos porque han tenido un andar silencioso. En ocasiones, sus miradas son duras. En ellas, quizás, se refugia su introversión.
Juan Carlos, con once de su 26 años dedicados al deporte, hermano mayor de Mauricio, se inició en esta disciplina porque Alfredo Bonilla, quien era hace tiempo el entrenador de la selección Palmira, lo invitó a practicar el voleibol porque le veía condiciones como atacante de centro.
Aunque tuvo ocasión de practicar el baloncesto, escogió el balón volea por su dinamicidad. Le dedica entre tres y cuatro horas diarias para corregir defectos y mejorar su nivel técnico. Uno en el baloncesto tiene tiempo de pensar, mientras que en el voleibol uno, antes de defender ya debe saber en donde va a caer el balón. Además, la integración con el grupo es total , dijo. Esto hizo que convenciera un día a su hermano, para que se vinculara al deporte que lo daba a conocer. Mauricio, con 23 años, se inclinó durante un periodo por la tauromaquia pero al ver los éxitos de Juan Carlos aceptó el ofrecimiento, y al menos considera que por el voleibol consiguió un cupo en la Universidad del Valle para estudiar en la facultad de Educación Física y Salud.
Los dos, en su infancia, tuvieron el respaldo de sus padres, Eduardo y María Luisa, quienes les inculcaron todo lo pertinente con el deporte. Esa actitud tuvo una razón de ser: él, había militado en la selección Valle de fútbol de 1957 que consiguió victorias tan resonantes que aún se recuerdan como aquel frente a River Plate. Mi papá siempre nos ha hablado de esa época y a través de sus conversaciones nosotros nos hemos recreado .