Ya piensa en los preparativos: tiene en mente un gran almuerzo a base de platos guajiros como el friche. Pero, por lo pronto, anuncia su alegría porque su nuevo disco, titulado Mi mejor regalo, que salió hace pocas semanas, ya vendió ocho mil copias.
Es una cifra similar a la que anunciaba hace un año, sobre su álbum anterior. Oñate se emociona tanto, las cifras demuestran su vigencia, que además enumera las canciones que ya tararean los vallenatos: La paloma, un disco de temporada que es un paseo rápido que se acerca a lo tropical dice. Está el mosaico, con canciones de los Corrraleros de Majagual... Y sigue enumerando los compositores que escogió: Felipe Peláez, Tico Mercado, Alejandro Sarmiento, Kike Araujo... Porque una composición en un disco de Jorge Oñate es un aval importante para cualquier autor del género.
Por eso, para el álbum le enviaron casi 500 canciones que se fueron filtrando: pasaron a ser 176, 18 y quedaron 13.
Una entrevista con Oñate es precisamente una suma de frases optimistas como: Esto no es nada comparado con lo que viene. Un año atrás lo decía basado en una lectura del tabaco que le hicieron.
Este año no acudió al mismo augurio. Esta vez estoy con Dios. Hice muchas oraciones y sé que Él está conmigo.
Al preguntarle por el impacto del Grammy vallenato, Oñate dice que las expectativas se cumplieron, y como si fuera una norma que regirá las próximas premiaciones, profetiza que la tradición se impondrá siempre. Como en ese año, cuando ganaron Los Hermanos Zuleta.
¡Claro que estoy contento con eso! ¡Porque cuando gana Poncho Zuleta, gana la traidción y gano también yo!.
Y ya que en sus discos siempre piensa en gustarle a todo el mundo: pensó en una canción para la juventud, otra para el carnaval de Barranquilla y otra para los puristas, afirma que todas tuvieron en su hechura el sueño del Grammy, que ahora es un sueño posible.