El hospital Santa Clara, en Bogotá, a donde llegó remitido de la base aérea de Palanquero el pasado 16 de noviembre, confirmó la muerte.
El niño había salido de cuidados intensivos y se recuperaba en la sección de ciudados intermedios de ese hospital.
Pero su proceso de mejoría tuvo un revés fatal ayer, cuando, explicaron los médicos, sus pulmones empezaron a hincharse y a llenarse de líquido.
El niño ya abría los ojos y apartaba lentamente la mano derecha, el pie derecho y hacía leves movimientos cuando la mamá le hablaba, explicó Danik Valera, la subdirectora científica del hospital.
La médico reportó que Mateo ya había superado dos veces el estado de coma inducido por los médicos para dejar sin actividad su cerebro y lograr bajar la hinchazón. Pero esta vez no pudimos hacer nada, reiteró. Habían pasado 37 días de agonía.
El pequeño le fue arrebatado de los brazos a Nubia, su madre, en una zona rural de la población cundinamarquesa por tres hombres que se identificaron como paramilitares, pero que después fueron reconocidos como vecinos y compañeros de trabajo de la familia.
Los hombres, que pedían 200 millones de pesos por su rescate, hirieron al pequeño cuando se sintieron cercados por las autoridades horas después del rapto.
Hace unos días, la Fiscalía dictó medida de aseguramiento contra dos de ellos, José Moya Donato y Cristian de Jesús Galeano, por el plagio y posterior intento de homicidio.
El caso conmocionó al país porque el niño sobrevivió en un paraje con el disparo en la cabeza hasta cuando las autoridades lo hallaron guiados por el propio agresor.
Anoche, los papás del pequeño, que recibieron cientos de ayudas provenientes de todo el mundo, hacían las diligencias para trasladar el cuerpo de Mateo a Puerto Salgar, en donde el pequeño quería vivir toda la vida.
ESFUERZOS INÚTILES.
En el hospital se le brindó toda la ayuda científica y tecnológica, pero el daño que tenía el niño era muy severo.
Danik Valera, subdirectora del hospital.