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¿Es negociable la extradición?

‘Leguleyo’, ha sido el calificativo que en vehemente discurso en la Escuela de Policía General Santander, le dio el presidente Uribe a Alfonso López Michelsen, por haber planteado la tesis -expuesta en otra oportunidad en esta misma columna- de que la extradición no puede utilizarse como un instrumento de política interna. Por el tono y la forma de sus últimos discursos, es claro que el jefe de Estado no atraviesa propiamente por un momento de serenidad anímica.

A escasos cuatro meses de su segunda posesión,
y para utilizar una expresión popular, ha comenzado a ponérsele “el dulce a
mordiscos”. Prácticamente no pasa un día sin que la prensa -no propiamente
antigobernista- cuestione a funcionarios de su Gobierno, a allegados
políticos muy cercanos, unas veces por corrupción administrativa y otras por
pecaminosas vinculaciones con el paramilitarismo.
Tal vez esa alteración espiritual lo ha llevado a ver actitudes
oposicionistas en cuanto pensamiento crítico que se aleje de la verdad
oficial. En ocasiones ha ido más allá -y sin mencionarlos- asimila a sus
críticos a ‘soterrados’ defensores de la guerrilla.
No hay que olvidar que la extradición de nacionales es un instrumento
concebido para luchar contra la criminalidad internacional. En Colombia
prácticamente no se hablaba del tema hasta cuando los ‘extraditables’
encabezados por los tenebrosos Pablo Escobar y Rodríguez Gacha, comenzaron a
ensangrentar al país para impedir ser enviados a los Estados Unidos a
responder por sus delitos asociados al tráfico de estupefacientes. A Luis
Carlos Galán lo matan, básicamente por el temor que los extraditara una vez
llegara al poder. Irónicamente la constituyente que surgió a consecuencia de
su asesinato, y luego de los secuestros selectivos de Escobar, terminó
prohibiendo la extradición de nacionales. La extradición no surgió para
juzgar nacionales fuera de las fronteras por delitos cometidos en su propio
país. Por el carácter transnacional del tráfico de estupefacientes, ha sido
posible extraditar nacionales que comienzan a cometer el delito en Colombia
y lo consuman en el exterior.
Generalmente, la extradición se rige por tratados públicos en los que está
comprometida la palabra del Estado. A falta de dichos tratados, se aplican
las normas de los Códigos Penales y de procedimiento penal. Ha sido el caso
frente a los norteamericanos luego de que la mafia logró intimidar a la
Corte (después de los hechos del Palacio de Justicia) para que tumbara la
Ley 22 de 1980.
También es cierto que en últimas es el Presidente quien decide, por razones
de conveniencia nacional, si extradita o no, a pesar del concepto favorable
de la Corte Suprema de Justicia. El gobierno de Betancourt, alegando razones
de soberanía nacional y con la firma de Rodrigo Lara, se negó inicialmente a
extraditar nacionales.
Lo que no puede hacerse es desnaturalizar la extradición como instrumento de
cooperación internacional en la lucha contra la delincuencia transnacional,
para convertirlo en un mecanismo de política interna. La extradición no
puede seguir siendo el ‘coco’ de guerrilleros o paramilitares. Unos y otros
deberían primero responder ante los tribunales patrios por asesinatos,
masacres y crímenes de lesa humanidad cometidos contra nuestra población. No
puede seguir siendo más grave enviar cuatro kilos de cocaína que matar a
cuarenta campesinos indefensos, o utilizar las motosierras para cometer
horrendos crímenes.
Va a ser difícil para la comunidad internacional entender que se extradita o
no según se esté o no en supuestos procesos de ‘paz’ con el Gobierno. ¿Cómo
entender que se extradite inmediatamente a Simón Trinidad por el envío de
cuatro kilos de cocaína, y se suspenda la extradición de Mancuso, igualmente
pedido en extradición por una Corte Americana, por exportar más de cuatro
toneladas del alcaloide? Puede ser calificado como ‘leguleyo’ quien
sostenga, por casos como estos, que se está negociando la extradición por
motivos de política interna?
Ex fiscal general
"La extradición no puede seguir siendo el ‘coco’ de guerrilleros o
paramilitares”.
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