Sin embargo, en este 2006, se ha llegado a la época de Navidad en medio de una tormenta política, producto de escándalos de corrupción de nexos poco ortodoxos, que hacen prever que el asunto hará parte de las conversaciones de final del año.
En efecto, desde hace varias semanas se ha denunciado vinculaciones de varios dirigentes políticos con grupos paramilitares que han estado negociando con el Gobierno Nacional un accidentado proceso de paz.
Algunos congresistas han sido llamados a indagatoria por la Corte Suprema de Justicia para que respondan por esas vinculaciones, que van desde la financiación de la campaña parlamentaria, hasta acciones concretas para manejar la política en determinadas regiones.Tres parlamentarios han sido privados de la libertad.
El Gobierno Nacional no ha sido ajeno a las denuncias. Personas que han ocupado cargos en áreas clave han sido cuestionados y están en problemas con la justicia.
En el Congreso de la República, el debate a la política de seguridad del Estado también ha sido tema de discusión permanente. Incluso, hubo un debate fuerte por parte de la Canciller por las supuestas relaciones de su familia con organizaciones al margen de la ley.
Para completar el panorama, los voceros de los paramilitares declararon sentirse engañados por los cambios del Gobierno acerca de su tratamiento judicial.
Todos estos asuntos han generado un clima de intranquilidad e incertidumbre.
Aunque la economía no ha sentido el impacto de la situación, ya hay voces que alertan sobre las consecuencias en el mediano plazo, rememorando lo ocurrido a mediados de la década de los noventa.
Por los anteriores factores, el Indicador de la Confianza en Colombia, ICC, cerró la semana anterior con un nuevo descenso de un punto, situándose en 56 puntos.