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SISMO: A QUÉ ESTÁ EXPUESTA LA CIUDAD

Luego del terremoto de Murindó, mucho se ha hablado, se ha exagerado y se ha desmentido en la capital respecto a su potencialidad de riesgo. De los ageros, la gente pasó a las leyendas y de allí, olímpicamente, a predecir con más autoridad que Ingeominas, algo tan impredecible como los sismos. Junto con las jornadas de alarma que se han organizando en centros educativos de toda índole, durante los últimos días han aparecido versiones de que la ciudad podría ser devastada en diez años por un sismo.

RUBY MARCELA PEREZ
Eso, según los expertos, es tan incierto como el cumplimiento de la famosa maldición que un padre de apellido Margallo descargó sobre la ciudad a mediados del siglo pasado y que decía algo así como que un 31 de agosto del año que no diré, un terremoto destruirá a Santa Fe .
Por ello, y con el apoyo del profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Los Andes, Alberto Sarria, y varios documentos que reposan en los archivos de la Oficina para la Prevención de Emergencias del Distrito, se intentarán despejar las principales dudas que, en cuestión de terremotos, angustian a los bogotanos.
A qué está expuesta la ciudad? Ingeominas dice que la capital se encuentra en una zona de amenaza sísmica intermedia, al igual que otras regiones del país donde se han registrado movimientos sísmicos de mediana intensidad en el pasado.
Eso significa que hay que convivir con una probabilidad que, hasta la fecha, científicamente no se puede predecir con exactitud, pero que se contempla por ciertas características geológicas y geográficas del país.
Se debe tener en cuenta que la superficie de la Tierra (de toda la Tierra) está compuesta por placas que se mueven en diferentes direcciones y chocan entre sí. Eso, con el correr del tiempo es lo que ha producido cambios en la superficie terrestre dejando como resultado las cordilleras y los volcanes.
Durante este continuo roce de placas se acumula energía provocando deformaciones en el interior de la Tierra, las cuales, al romperse, hacen que se libere esa acumulación en forma de ondas y sacuda la superficie: a eso se le llama terremoto.
En el caso del país, interactúan tres placas principales: la Nasca (que se mueve de 60 a 80 milímetros por año) y que va en dirección occidente- oriente. La placa Suramérica (con desplazamiento opuesto a la Nasca) que viaja a 20 milímetros por año, y la placa Caribe, con menores desplazamientos relativos regionales.
En cuanto a Bogotá, hay varias fallas geológicas (ver definición en el cuadro número 2) cercanas ubicadas en las cordilleras Central y Oriental que podrían, eventualmente, llegar a conformarle una amenaza sísmica: ellas son la Romeral, la Salinas y la Frontal de la Cordillera Oriental.
Se considera que la Frontal (por su actividad y sus antecedentes) es la de mayor peligrosidad si se tiene en cuenta que su última gran ruptura fue la que produjo el último sismo de grandes proporciones y afectó la ciudad en el año de 1785. Una falla local
Adicionalmente, los expertos consideran que, en cuestión de suelos, Bogotá tiene características algo complicadas.
Se ha construido buena parte de la ciudad hacia la parte de la Sabana que posee suelos blandos de formación lacustre. Y se sabe que los suelos blandos tienden a amplificar las ondas sísmicas.
Ahí está el caso del terremoto de Ciudad de México (1985) donde el daño se concentró en la zona de suelos blandos, considerados como muy similares a los de Bogotá donde también son de formación lacustre. De ahí que Ingeominas y la Universidad de Los Andes vayan a emprender un estudio para determinar la real composición y extensión de estos suelos en la Sabana.
Un tercer riesgo, que también se encuentra en estudio, es la detección reciente de una falla local que parece haber paralela a los cerros orientales. Se sabe que no es de las dimensiones de la falla Frontal, por ejemplo, pero podría conformar un problema algo riesgoso.
De esta falla se tiene conocimiento que pasa muy cerca a la Universidad de Los Andes. Pero ese terreno, a diferencia de Popayán, está aún muy poco explorado en la capital.
Se avanza en el diagnóstico, pero muy lentamente. Es más lo que no se sabe que lo que se tiene claro. Y en este caso, a diferencia de muchos otros problemas a los que se les dan largas en la ciudad, este no da espera.
RUBY MARCELA PEREZ
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