Luis Rosales cultivó la poesía como un medio de conocimiento, de aproximación a sí mismo: Escribo para enterarme de mis experiencias vividas explicó en una ocasión... Escribir es un proceso de alumbramiento de mis experiencias vitales para salvarlas de la discontinuidad de la vida .
Su último poemario Nueva York después de muerto (1988), está dedicado a Federico García Lorca cuya muerte fue para Rosales una permanente herida abierta en la noche .
Luis Rosales era miembro de la Real Academia Española de la Lengua desde 1962 y de la Hispanic Society of America.
Rosales es autor de un profundo estudio en prosa titulado Cervantes y la libertad, esencial para los estudiosos del legado cervantino, así como de los volúmenes Retablo sacro del nacimiento del Señor, La casa encendida, Rimas, El contenido del corazón, Canciones, Como el corte hace sangre, Las puertas comunicantes y Diario de una resurrección.
En 1980 publicó La Almadraba, primer libro de una tetralogía poética titulada La carta entera, considerada por su autor como testamento creador .
El segundo volumen Un rostro en cada ola apareció dos años más tarde. En 1986 vio la luz Oigo el silencio universal del miedo, y en 1988 Nueva York después de muerto, última entrega de la obra.
Admirador y amigo de García Lorca, con quien convivió en su Granada natal, Rosales afirmó en repetidas ocasiones que la muerte violenta del autor de Poeta en Nueva York y del Romancero gitano durante la Guerra Civil había sido absurda e injusta .
Volcado en la literatura hasta sus últimos días, Luis Rosales dio recientemente a la imprenta sus textos postreros, Diccionario enciclopédico ilustrado del cante flamenco y Esa angustia llamada Andalucía, al tiempo que trabjaba, además, en seminarios y tareas poéticas alentadas por el Instituto de Cooperación Iberoamericana.