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33 km/hora

Hace algunos días acepté intervenir en un evento gremial programado en Melgar. Mi presentación estaba prevista para las 3 de la tarde. Con actitud preventiva, decidí iniciar el trayecto por carretera a las 12 del día.

MIGUEL GÓMEZ M.
Pensaba de esa forma contar con tiempo suficiente para llegar a este
municipio, apenas distante unos 110 kilómetros de Bogotá. Tardé tres horas y
23 minutos en recorrer la distancia, lo que equivale a un promedio de 33
kilómetros por hora, digno del tiempo de los carruajes de caballos
anteriores al motor de explosión.
Dada la velocidad a la que estuve forzado a rodar, pude analizar con
detenimiento las causas de esta congestión. El tráfico de camiones era
impresionante en los dos sentidos. Ello no es de extrañar con las muy
favorables cifras sobre el crecimiento de la economía que han sido
publicadas recientemente. Tampoco hay que olvidar que nuestras exportaciones
crecieron un 27 y 29 por ciento en el 2004 y 2005, respectivamente. El
comportamiento de este año ratifica esta tendencia positiva en los flujos de
comercio exterior. Todo ello incrementa los flujos de transporte internos.
Si adicionamos la recuperación de la seguridad vial, podemos observar un
aumento adicional del transporte terrestre de pasajeros.
Hace cuarenta años que transito periódicamente por esta vía. El trayecto
Bogotá-Melgar forma parte de uno de los ejes viales estratégicos del país
que permite la conexión de Bogotá con el sur y sur-occidente de Colombia,
incluido el Puerto de Buenaventura. Recordé cuando siendo muy pequeño mi
padre nos llevaba de veraneo a Girardot. La carretera entre Bogotá y
Girardot es hoy la misma, con idéntico trazado, el mismo cuello de botella
que representa el paso por la Nariz del Diablo, las mismas pendientes
antitécnicas, el mismo puente obsoleto sobre le río Sumapaz . Ya no cruzamos
por el temido alto de San Miguel, hoy paraíso de los ciclistas. Hace unos
veinte años se le adicionó, en algunos sectores, un tercer carril llamado
‘carril de la muerte’ donde los que suben a Bogotá deben enfrentar duelos de
nervios dignos del antiguo oeste con los vehículos que descienden. Todo ello
para afirmar que en este tramo de carretera, vital para la comunicación
terrestre del país, no se ha invertido en las últimas cuatro décadas sino
recursos en mantenimiento. Al igual que otros millones de usuarios de esta
vía, he pagado cientos de miles de pesos en peajes que nunca he visto
reflejados en una mejora de la carretera. No se ha ampliado ni modernizado
esta infraestructura clave para el desarrollo del país.
Lo anterior sirve para recordarnos que el país cuenta con una red vial
obsoleta, incapaz de respaldar el crecimiento de nuestra economía y atender
las necesidades que plantea el Tratado de Libre Comercio con los Estados
Unidos. La responsabilidad de este colapso de nuestra infraestructura física
es de varios gobiernos que no han considerado la integración física del país
como prioritaria en los planes de desarrollo. Los esfuerzos de los últimos
años son meritorios pero insuficientes. Hay un evidente colapso de nuestra
estructura de transporte. Basta con observar la congestión cotidiana en el
aeropuerto Eldorado, los recientes problemas de nuestro principal puerto
sobre el Pacífico y las frecuentes interrupciones en las principales vías
por derrumbes ocasionados por la fragilidad de las mismas.
Los anuncios recientes de concesiones son estimulantes pero llegan tarde.
Hace años que deberíamos haber programado las obras de ensanche para atender
el crecimiento normal de los tráficos. Este es un claro ejemplo de ausencia
de planeación.
Para competir en un mundo económico cada día más agresivo es necesario ser
eficientes de punta a punta del proceso. Ello incluye naturalmente el
transporte. Competitividad y logística son dos conceptos indisociables. La
logística es cada día más exigente y especializada. La logística incluye
contar con conexiones eficientes y confiables. Sin una buena logística se
pierden buena parte de las ganancias de productividad y competitividad
generadas por las empresas. El retraso en nuestra infraestructura física es
uno de nuestros más graves lunares.
Director, Cámara Colombo Americana
"La logística incluye contar con conexiones eficientes y confiables”.
MIGUEL GÓMEZ M.
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