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Apocalipsis Now

Como si se hubieran abierto las puertas del infierno, el país ha recibido la confirmación de algo que los suspicaces sospechaban desde hace mucho, pero no se atrevían a aceptar porque el Establecimiento se había encargado de no divulgarlo, o ni siquiera de averiguarlo.

JOTAMARIO ARBELÁEZ
Por una parte, lo del Palacio de Justicia, servido primero para que no
resultara tan amargo el trago segundo. La Comisión de la Verdad dictamina
que la toma fue financiada por Pablo Escobar con dos millones de dólares
para impedir que se aprobara la extradición. Que el Ejército se excedió al
decidirse a exterminar a la guerrilla asaltante al precio que fuera, o sea,
sacrificando a los magistrados y a los civiles en una operación de tierra
arrasada. Que al magistrado Gaona, sentenciado por Pablo, lo ejecutó el
M-19. Que otros tres magistrados fueron muertos con municiones que este
grupo no usó. Que de la cafetería salieron personas vivas que después
desaparecieron. Que el Presidente no actuó como Comandante en Jefe de sus
fuerzas armadas sino como un pávido espectador, por lo que se presentó un
vacío de poder. Y aunque un testigo creíble afirma que él sí solicitó un
alto al fuego que no le fue obedecido, se recuerda que al amainar la
tormenta declaró que asumiría toda la responsabilidad que le recayera.
A renglón seguido, la Corte Suprema de Justicia, a través de llamadas a
indagatoria, ha confirmado lo que ya habían anticipado los mismísimos jefes
‘paras’: que el sacro recinto del Parlamento es una cueva de
para-lamentarios, impartiendo órdenes de captura. Ahí fue Troya. No es
solamente que los honorables senadores y representantes –y alcaldes y
gobernadores– hayan sido elegidos con los votos presionados por los ‘paras’.
Es que algunos son fundadores y sostenedores de esos grupos, y partícipes en
matanzas. El más asustado anticipó a grito herido que, si él caía, caería
Sansón con todos sus filisteos.
El juicio de la historia tarda a veces tanto como el de la Corte Suprema y
demás entidades de control. Pero cuando llega, llega quemando. En ocasiones,
a esos mismos organismos.
Los para-lamentarios se justifican lamentosamente aduciendo que era cuestión
de defensa propia frente a las amenazas y horrores de la guerrilla. Pero los
crímenes aun más atroces del paramilitarismo y su auge soportado en el
narcotráfico, la sustitución de la ley, y la expoliación, no le dan validez
a la justificación aludida.
El dulce se va a poner a mordiscos. Si así como a los traquetos menores se
les ha ofrecido el perdón si acusan a sus mayores, ¿se verá venir que los
‘paras’ de menor rango, o los más asustados, se toman la oferta y comienzan
la feria de varapalos?
Si para el Gobierno el problema es una papa más que caliente, para los
periodistas es una papa chorriada, a la que no dejarán de meterle muela.
Hasta yo, que ya no peleo con nadie, no puedo abstenerme de meter baza.
Debo confesar que, en lo personal, la noticia del M-19, de ser cierta, me
rompe un ala. He tenido por esa agrupación, que en actos delirantes
sacrificó a casi toda su militancia, cierta romántica simpatía que comparten
algunos sectores intelectuales. Lo del Palacio de Justicia, aunque no
alcanzaba a justificarse, se explicaba como un acto de guerra con el
presunto plan de juzgar al Presidente que, según ellos, había sido
inconsecuente con el proceso de paz.
Pero es mayor mi sentimiento con el ex presidente. Belisario Betancur –un
colombiano del pueblo como no hay necesidad de reiterar–, ha sido un
humanista de pies a cabeza, y no es justo que por un trance de debilidad en
momentos apocalípticos –lo contrario de un alarde de autoritarismo
totalitario– se le quiera sepultar bajo un histórico alud de barro. No soy
su defensor de oficio, y tal vez sea mal vista mi actitud solidaria. Hasta
por él. Pero en un país de asesinos, hay que saber distinguir a quienes toda
la vida se la han pasado trabajando por la superación del ser humano, a
través de medios ahora también cuestionables, como serían las artes y la
cultura.
nadaismo@telesat.com.co
JOTAMARIO ARBELÁEZ
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