Aunque técnicamente vive en Minnesota (Estados Unidos) donde nació, permanece buena parte de su tiempo en Oregon, en la costa oeste de su país, donde administra varios condominios.
También dedica algunas horas a la carpintería, pues le gusta fabricar sillas, mesas y cualquier otro objeto de madera que falte en su casa, y disfruta cuando puede salir de pesca o escaparse con su esposa y sus dos hijos a la cabaña que posee en la frontera con Canadá.
Estas actividades las realiza cuando no está montado en un avión, o viviendo en un hotel en cualquier país del mundo a donde lo invitan a dictar conferencias sobre seguridad aérea.
Ahora le tocó el turno a Colombia, con ocasión de un curso organizado por la Sociedad Consultora de Seguridad Aérea. Su intervención la hace como vicepresidente mundial de la Federación Internacional de Asociaciones de Pilotos de Línea (IFALPA).
Esta posición le proporcionó una de las mayores satisfacciones de su vida: haber transportado tropas y drogas entre Europa y los países árabes, durante los tres meses anteriores a la guerra del Golfo Pérsico.
Había llegado a Kuwait para participar en una reunión de IFALPA, y su aerolínea, igual que otras compañías estadounidenses, fue llamada a colaborar por el Gobierno de su país en las acciones previas a la confrontación bélica.
Hace un año dejó de volar los Boeing B-747 y aunque disfruta los viajes, mas no los hoteles, no extraña la silla de comandante, en especial cuando piensa en las 13 horas de vuelo hasta el Japón o en el paso sobre el océano Pacífico con el sol frente a su cara.