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Ahora el pulso es en Nicaragua

Superada la batalla por el puesto latinoamericano en la ONU, en la que Estados Unidos apostó fuertemente por Guatemala para derrotar a Venezuela, el pulso entre Washington y Caracas se traslada ahora a Nicaragua, donde mañana se disputarán la presidencia el sandinista Daniel Ortega (apoyado por Hugo Chávez) y el derechista Eduardo Montealegre (respaldado por Estados Unidos).

La posibilidad de que gane Ortega es vista con muy malos ojos en Washington,
hasta el punto de que tres influyentes congresistas republicanos, Dana
Rohrabacher, Ed Royce y Peter Hoekstra, han anunciado que si esto ocurre
pedirán la suspensión de los programas de ayuda estadounidense a Nicaragua y
el bloqueo de las remesas que envían a ese país los nicaragüenses que viven
en Estados Unidos (unos 800 millones de dólares anuales). El embajador de
Washington en Managua, Paul Trivelli, ha pedido abiertamente el voto por
Montealegre. Pero, a juzgar por las encuestas, las presiones estadounidenses
parecen estar teniendo el efecto de un bumerán.
Los últimos sondeos de opinión otorgan a Ortega entre 33 y 34 por ciento de
las intenciones de voto, con más de 10 puntos de ventaja sobre Montealegre
(22 por ciento), al que siguen José Rizo, del Partido Liberal
Constitucionalista (19 por ciento), Edmundo Jarquín, del Movimiento
Renovador Sandinista (14 por ciento), y el legendario ex guerrillero Edén
Pastora, con un casi invisible uno por ciento. Para ganar en primera vuelta
se requiere un mínimo de 35 por ciento de los votos y una diferencia de 5
por ciento sobre el segundo candidato, de modo que Ortega podría lograrlo.
Algo que no parece importarles a Estados Unidos ni a Chávez (que ha ofrecido
una generosa ayuda en dólares y petróleo a un futuro gobierno de Ortega) es
que del antiguo líder de la revolución sandinista, que puso fin a la
dictadura de Anastasio Somoza en 1979 y gobernó entre 1985 y 1990, no queda
casi ni la sombra.
Ortega se asoció hace varios años con el ex presidente Arnoldo Alemán, uno
de los gobernantes más corruptos de la historia reciente de América Latina,
para ampliar su respaldo electoral a cambio de ayudar al segundo a librarse
de una condena de 20 años de cárcel por enriquecimiento ilícito, lavado de
dinero, robo y mal manejo de fondos públicos. Este ‘pacto con el diablo’
aseguró a los dos la mayoría de la Asamblea Nacional y permitió, entre otras
cosas, adoptar la norma del 35 por ciento para ganar la elección
presidencial en primera vuelta, con el obvio propósito de favorecer a
Ortega.
La alternativa de Nicaragua, por ende, no es tanto entre izquierda y derecha
como entre el establecimiento, que representa Montealegre, y el oportunismo
electoral disfrazado de sandinismo.
editorial@eltiempo.com.co
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