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EN MURINDÓ AÚN TIEMBLA

Nada había estremecido tanto a los cerca de cinco mil habitantes de Murindó, una pequeña población de negros enclavada en la selva del Urabá antioqueño, como el temblor de la madrugada de ayer que abrió sus calles enfangadas dejando enormes grietas por donde brotaba agua como de un surtidor. El fuerte remezón se sintió desde las cuatro de la madrugada y se prolongó por un minuto que pareció interminable. Los despertó bruscamente de sus camas.

JORGE IVAN GARCIA
En medio de la oscuridad, todavía sin comprender lo que estaba pasando, salieron de sus casas rápidamente. Sentían el estruendo de cosas que se rompían y un rumor ronco que iba desplazando lentamente la tierra de su punto habitual.
Armodio Quejada, uno de los líderes de la población, pedía a la gente que corriera hacia el parque, el único lugar seguro en ese momento. Desde allí, todavía sin reponerse del susto y aún somnolientos entre el llanto de los niños, pudieron ver desplomada la Alcaldía, el hospital y el colegio, que estaban contiguos.
Los constantes temblores leves que se sucedieron durante el día de ayer parecían no inmutarlos. Cada que ocurría un nuevo estremecimiento permanecían tan serenos como las aguas del río que los rodea. Esto no es nada comparado con lo de esta mañana , decían.
Eliécer Campillo, alcalde de la localidad, tenía en sus ojos los rastros del cansancio. El, al igual que la mayoría de los pobladores, completaba doce horas sin poder dormir.
Gracias a Dios no tuvimos ni víctimas ni heridos dijo Campillo. Pero, no entiendo por qué nos toca está desgracia siendo nosotros un municipio tan pobre. Ahora, cómo vamos a reconstruir los que se nos cayó? . Comisiones pro-ayuda
Murindó antiguamente perteneció al Chocó. Sus habitantes, dos mil en su cabecera y unos tres mil dispersos en las siete veredas y un corregimiento que jurídicamente le pertenecen, se dedican al cultivo del plátano, el maíz y el arroz, fundamentalmente.
Ayer, en el parque estaban reunidos los pobladores a la espera de una solución. Mientras algunas personas trataban de conciliar el sueño tirados en el suelo y en las pocas zonas verdes, bajo un abrazador sol de 35 grados centígrados, otras improvisaban fogones de leña en grandes ollas para hacer un almuerzo comunitario.
El gobierno departamental se hizo presente en el sitio con Luis Carlos Ochoa, director del Servicio Seccional de Salud; Ramiro Uribe, del Fondo de Prevención de Desastres (Fopreve) y los organismos de socorro como la Cruz Roja y la Defensa Civil.
De inmediato fueron conformadas cuatro comisiones con personas de Murindó: de alimentos, educación, alojamiento y evaluación. La de alimentos se encargaba de coordinar las ayudas que se enviaban en este sentido y preparar las ollas comunales.
Por su parte, la de educación tenía la labor de emprender una campaña para utilizar el agua del río y las aguas lluvia, previamente hervidas hasta tanto se restituye el tanque del acueducto.
La comisión de evaluación avanzaba ayer en establecer realmente cuántas viviendas era necesario acabar de derrumbar para reconstruir mediante un plan que se le entregaría al gobierno departamental y cuáles eran de nuevo habitables.
Según el ingeniero geólogo de Fopreve, Jafed Naranjo, el hecho de que las casas fueran en su mayoría construcciones en madera, con techos de zinc y paja, evitó el que fueran destruidas. Sólo las viviendas levantadas en adobe, con rudimentarias técnicas de construcción, quedaron inhabitables.
Aunque en un principio se pensó en habilitar carpas en el parque y la cancha de fútbol para los damnificados, según un informe de la comisión de alojamiento esto no fue necesario puesto que las pocas familias que resultaron perjudicadas fueron acogidas por familiares y vecinos.
Sólo el hospital quedó en una gigantesca carpa. A varias personas se les repartieron plásticos para que cubrieran sobretodo los entejados averiados de sus casas.
Para los pobladores de Murindó, el temblor sacó del aislamiento a su municipio. Está tan perdido para Antioquia y el país que para que sus habitantes puedan salir del municipio sólo es posible hacerlo a través de tres vías: un camino de herradura que va hasta Mutatá y que tarda dos días en recorrerse; otro camino, que va hasta Pavarandó también en Mutatá que demora ocho horas en hacerse, y, finalmente, queda la vía fluvial por el río Murindó hasta desembocar en El Atrató. El viaje por allí demora siete horas hasta llegar a Quibdó.
Para el alcalde Campillo, este es el principal problema que le ha impedido a Murindó salir del atraso en que se mantiene desde hace cuarenta años, cuando fue erigido municipio.
Tiene un presupuesto de cincuenta millones de pesos de los cuales 33 millones son para inversión y 17 para funcionamiento. En cuanto a servicios públicos, tiene tres plantas eléctricas para un servicio de energía sólo de cuatro horas diarias, y el agua se prestaba por un sistema de bombeo que quedó interrumpido pues el tanque fue destruido por el temblor.
A pesar de encontrarse tan alejado y de estar en una región que se caracteriza por la presencia de grupos guerrilleros, Murindó parece no tener problemas de orden público y de seguridad.
Los problemas dijo Campillo los resolvemos mediante la conciliación. No tenemos puesto de Policía, ni base del Ejército .
Pese a que la población era alentada por los promotores a volver a sus casas, y muchos lo hacían, otros tenían temor de volver. Las pérdidas tras el fuerte temblor fueron calculadas en doscientos millones de pesos. Reporte de daños El último balance de los daños causados por el terremoto son los siguientes: Veinte heridos leves. La carretera que comunica el corregimiento Nueva Antioquia, del municipio de Turbo, con Apartadó, quedó afectada en un tramo de 600 metros, lo que bloqueó ayer totalmente el tráfico vehicular de esta zona. Los daños más graves en Murindó son la rotura del acueducto, la destrucción del hospital que será demolido totalmente y los pozos sépticos dañados. La Alcaldía, la escuela, el colegio, la biblioteca, la casa de la cultura y la casa del fondo obrero, resultaron parcialmente derrumbadas. Las familias damnificadas son 114, un total de 650 personas. Trece viviendas totalmente destruidas y 26 en forma parcial. El río Murindó se desbordó y provocó inundaciones. En Las zonas rurales de las veredas de Jedega, Bellaluz y Bebarameño se destruyeron 19 casas, un templo y un puesto de salud. De las cinco zonas indígenas sólo se obtuvieron datos de la vereda La Isla, donde hay cincuenta familias damnificadas. Todavía no se sabe qué daños hay en las veredas indígenas de El Caño, Cordoñizal, Turricadó, Ñaragua. En el municipio de Vigía del Fuerte hay varias viviendas destruidas. Los pozos sépticos y el alcantarillado están averiados.
JORGE IVAN GARCIA
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