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GERMÁN JARAMILLO, SILENCIO GERENCIAL

Quiso ser fotógrafo o cineasta, pero optó por botar corriente en el sector eléctrico durante 25 años y enchufar luego al grupo Cadenalco. Germán Jaramillo Olano solo tiene las leyes del silencio, la constancia y la calma total.

Redacción El Tiempo
Son cuatro palabras que no sólo reflejan su filosofía de vida, sino toda una estrategia de negocios.
Pocos saben que Jaramillo recibió hace diez años la presidencia de una firma casi en quiebra, y que hoy es una de las cadenas comerciales más prósperas del país. Y es que el bajo perfil es para él una manera de alcanzar mejores resultados.
La Gran Cadena de Almacenes Colombianos (Cadenalco) atravesaba por una crisis a comienzos de los años 80, hasta el punto de que por cada cien pesos de ventas la empresa perdía 4,50 pesos. Además, los Almacenes Ley habían perdido precipitadamente su participación en el mercado.
El reto para la empresa era conseguir un salvador. Y apareció Germán Jaramillo.
El no parecía ser el típico hombre de negocios, aunque ya se había ganado una muy buena reputación como experto del sector eléctrico.
Al fin y al cabo, de juzgar por las 15.000 diapositivas que conserva de los mil lugares distintos que ha visitado en el mundo, el amor por el cine y el placer por la música, parecería más un artista.
Si le hubieran puesto a escoger entre ser fotógrafo o gerente, se hubiera quedado con lo primero , dice uno de sus más cercanos colaboradores.
Jaramillo, de 57 años, es demasiado serio y poco fiestero para ser un paisa de pura cepa. Odia el aguardiente, habla muy poco por teléfono, porque no le gusta, y es enemigo acérrimo del desorden y el incumplimiento.
Pura energía
La energía de su trabajo da para pensar que aún sigue conectado a uno de tantos cables, transformadores o centrales que instaló cuando era gerente general de Interconexión Eléctrica S.A. (ISA).
Aunque por momentos pensó que toda su vida estaría dedicada a ese sector, de un momento a otro terminó en algo que nunca había imagindo: comerciante. Sabía tan poco del tema, que ni siquiera le gustaba ir a mercar.
Ese salto lo generó uno de los episodios más desagradables en la vida de Jaramillo Olano: renunció a la gerencia de ISA por un altercado con el presidente Belisario Betancur.
Mientras disfrutaba de un período de vacaciones escuchó en un noticiero de televisión que Betancur le había pedido al ministro de Minas de entonces, Carlos Martínez, que me exigiera destituir a unos funcionarios por presunta participación en una actividad política. Era una decisión injusta, y le dije que no acataría la orden, con las consecuencias que eso tuviera . Y la consecuencia no fue otra que su reuncia, después de quince años de trabajar en ISA.
Aunque la renuncia en ISA le dio muy duro, ocho días después le hicieron la oferta en Cadenalco y dos meses después ya era el presidente de la compañía.
Diez años más tarde, la empresa no solo maneja los almacenes Ley y La Candelaria, como cuando él llegó, sino las cadenas Superley, Pomona y Superkids. El Grupo tiene 7.900 empleados y está en 31 ciudades del país.
Calma total
Como buen ejecutivo saca tiempo para todo. Se levanta a las 5:30 de la mañana y se acuesta a las once de la noche. Mejor dicho, volvió a hacer lo que hacía en ISA: prender y apagar la luz todos los días.
Considera que la única manera de aguantar las largas jornadas, es trabajando en calma y en silencio.
Ni los problemas más complicados ni el mejor de los resultados lo sacan de casillas.
El problema de eso es que uno esperaría más emoción cuando le lleva un proyecto interesante , dice uno de sus colaboradores.
Hace diez años, el conductor que le asignaron para un viaje entre Bogotá y Villavicencio le preguntó: doctor, cómo le gusta que lo lleve? qué música quiere? Lo único que dijo Jaramillo fue: rápido y callado.
No obstante, ello no significa que no sepa escuchar: oye mucho y habla poco , dice un vicepresidente de Cadenalco.
Tampoco quiere tener los oídos tapados. Al contrario, le encanta la música y puede pasar sin ningún problema de un vallenato de los Hermanos Zuleta o Rafael Escalona a la novena sinfonía de Bethoven.
Eso, luego de hacer un recorrido por el rock, que le fascina, y especialmente si lo tocan Paul Simon o Pink Floyd; y de pasearse por el mundo del jazz de los años sesenta y setenta.
Niño fotógrafo
El gusto por los viajes está ligado a la profesión que hubiera preferido Jaramillo: la fotografía.
Para él, es una cosa de ósmosis: mi padre le dedicó mucho tiempo al cine y a la fotografía, entonces me transmitió esos gustos .
Toma fotos desde los siete años, y ahora sus cámaras lo acompañan en todos sus viajes.
Además ,tiene guardadas unas diez cámaras más, de colección, entre filmadoras y de fotografía.
Jaramillo ha tomado miles de diapositivas y tiene un archivo clasificado por regiones.
De París tomé las primeras en 1955 y las últimas el año pasado . Al fin y al cabo, Francia es el lugar del mundo que más le gusta de todos los que ha visitado.
Hace poco, presentó una exposición en Medellín sobre catedrales góticas y romanas. De ese tema tengo unas mil fotos .
Hacer documentales era otro de sus grandes placeres, y recuerda especialmente uno que realizó sobre Bogotá, su gente y sus alrededores. Así mismo, son para él una obra de arte, los que hizo sobre la construcción de las centrales hidroeléctricas de Chivor y San Carlos, dos de sus más grandes obras como gerente de ISA.
Como ya no se consiguen películas de superocho y nunca pude acostumbrarme al video, no volví a hacer documentales. Entonces me quedé sólo con la fotografía .
Pocas pretensiones
Uno no puede pretender ser lo que no es porque va a vivir frustrado. Si yo aspiro a ser Wiston Churchill me voy a ahogar con el humo del tabaco , dice.
En esa frase Jaramillo resume lo que piensan de él quienes lo rodean. Que es un hombre con los pies en la tierra y sencillo.
Cuando estaban de moda las camisas y los sacos Lacoste, por ejemplo, su esposa Alicia Mejía le compraba muchos, pero él le arrancaba el cocodrilo para que no se viera la marca. Tampoco es amigo de usar corbatas y vestidos lujosos.
Y esas cosas las revela en su oficina. No parece el despacho del gerente de la cadena más grande de supermercados que hay en el país.
Es una oficina de unos 20 metros cuadrados, con paredes de madera y un cuadro en cada una: dos de Ricardo Gómez Campuzano, un óleo de Germán Londoño y una cerámica de Leopoldo Richter. También hay dos matas, su escritorio y un sofá.
En contraste, su apartamento en el barrio El Poblado de Medellín sí refleja la diversidad de sus gustos: antigedades, libros por todos lados, discos viejos, cuadros, computador y hasta un pequeño gimnasio con jacuzzi.
No podría ser distinto, pues una de sus prioridades en la vida es tener cierta tranquilidad personal, y él dice que eso solo se logra en la familia. Para Jaramillo, lo mejor que le ha pasado es todo lo que tiene que ver con el matrimonio: el noviazgo de siete años; el nacimiento de sus hijos Analicia, Beatriz y Ricardo y los 32 años de casado. La otra prioridad para él es servir, y eso lo da la empresa .
La hoja de vida
Nací el 23 de abril, como Miguel de Cervantes o Marco Fidel Suárez, el primero un gran escritor y el segundo un gran orador, pero no parece porque yo ni hablo ni escribo .
Germán Jaramillo Olano, de 57 años, estudió la primaria y el bachillerato en el Colegio San José de Medellín, su tierra natal.
Después hizo la carrera de Ingeniería Eléctrica en la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín, de la que se graduó en 1957.
Como muy pocos colombianos, hizo un máster en Potencia en el Instituto Tecnológico de Ilinois.
Su primer puesto lo consiguió en la Unidad de Planeación de las Empresas Públicas de Medellín (EPM), tan pronto llegó de Estados Unidos, en 1960.
De ahí pasó a ser consultor independiente durante tres años.
Lo llamaron entonces de Interconexión Eléctrica S.A. (ISA) para ocupar la subgerencia técnica, en 1968, y luego lo ascendieron a la gerencia general, donde estuvo desde 1974.
Su carrera en el sector eléctrico terminó en 1983, y al año siguiente comenzó su labor en el comercio como presidente de la Gran Cadena de Almacenes Colombianos (Cadenalco), el mismo cargo que desempeña hoy en día.
Redacción El Tiempo
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