Entre otras razones porque nadie entiende tampoco la demora de tales barcazas frente a una desgracia como ha sido, en muchos frentes laborales y no solo hogareños, el racionamiento eléctrico. Barcazas que se están pidiendo a grito herido desde hace mucho tiempo, con el propósito de suministrar energía, como para que ahora resulte que la única que llega no solo ha sido literalmente pirateada, sino que por si fuera poco no sirve, pues su funcionamiento mera chatarra se advierte defectuoso ante las poquísimas garantías ofrecidas por la firma contratista.
Lo extraño, sinembargo, es que el país está de chanchullos hasta la coronilla, y uno no observa, por parte de las autoridades, respuestas enfáticas ni convincentes. Como si la capacidad de reacción a nivel de estas denuncias fuera tan nula como la capacidad de reacción militar frente a las andanzas de los narcos y la guerrilla que, según vemos, hacen lo que quieren. Y si a esta pasividad o falta de autoridad para aplicar la ley cuando toca, sin que todo sean negociaciones, cuando no negociados le agregamos esa especie de resignación generalizada, por parte de quienes somos víctimas, la conclusión es que este país parece una opereta en el que la mofa cunde por doquier. Así, mientras a Abimael Guzmán lo coge Fujimori (lo que prácticamente ha legitimado su auto-golpe ante los ojos del mundo), aquí las expectativas se reducen a que Escobar se entregue de nuevo, motu proprio, cuando se le antoje. Es una comparación odiosa pero, lamentablemente, es la comparación entre la mano firme y el indefinido ánimo componedor. Dos formas, dos estilos de hacer Gobierno: mandando o transando. Aunque aquí tenemos democracia se dirá: bendita seas, aunque así nos mates...
La gente, de todas maneras, reacciona cuando finalmente puede hacerlo. Y desde ahora me pregunto cómo irá a desahogarse en próximas elecciones tantas como faltan cuando observa, aterrada, que son sus propios congresistas los que presuntamente se roban algo que atañe con su directo interés, o que persisten en la actitud de hacer la contrarreforma a pupitrazos, para saltar sobre la talanquera que hay había? del turismo parlamentario, o de las inhabilidades e incompatibilidades en contratos como en el que aparece según las aludidas denuncias Salcedo Baldión, a través de su cuñado como gerente de la firma Prevel.
Cómo va a responder ese electorado, hoy vejado con este tipo de inadmisibles triquiñuelas, cansado como está de los abusos de los políticos y ya sin la esperanza de un mecanismo que como fue la Constituyente en las elecciones de hace dos años pueda enmendar las fallas de quienes encarnan nuestras instituciones? Quién, y cómo, va a reivindicar de veras al partido liberal de todos estos golpes? Podrá, otra vez, salir airoso? Tiene aún la credibilidad para hacerlo? Deseo que sí. Pero...