Inspirada en esta imagen de la naturaleza, la bailarina catalana Angels Margarit creó la coreografía del espectáculo con el que se inauguró el Primer Encuentro Internacional de Danza que se realiza en esta ciudad. Esta planta áspera, de hojas hirientes y agresivas, enraizada en barrancos y márgenes secos me atrae dice la bailarina. Sus formas retorcidas son para mí la expresión de una queja .
En Atzavara todo en escena es sencillo, no existen más aditamentos que tres enormes plantas hechas en fibra de vidrio. Sin embargo, minutos antes de que se apaguen las luces, el grupo de bailarines salen a escena y, como cualquier utilero, salpican el piso de pequeños pétalos de hoja de papa y luego a manera de un otoño sicodélico dejan caer serpentinas rojas.
El piso se vuelve un rectángulo amarillo con matices carmesí. Es entonces cuando se apagan las luces y comienzan a salir, uno por uno, los bailarines. Cada quien se acomoda al paso impuesto por la coreografía, los pies se convierten en pinceles que describen formas caprichosas sobre el lienzo de pétalos. El juego visual es impactante.
En la hora y cuarto que dura el montaje, los bailarines no se agotan en acrobacias atléticas y grandes alardes técnicos, eso no es lo suyo. Minuto a minuto van construyendo una poesía visual, reflejo de la paradoja existencial de la atzavara.
Cada escena de la coreografía de Margarit tiene su punto culminante en unos silencios sepulcrales en los que los cuerpos permanecen inertes sobre el escenario. Por momentos, los bailarines se recogen sobre sí mismos, como si se tratara del botón de una flor cualquiera.
La música es de clara inspiración minimalista, con trabajos de Walter Hus, Conrado T. Costa y temas de la canción popular rumana. A pesar de los tonos repetitivos, como una infernal muletilla acústica, el equilibrio entre las imágenes y el movimiento consigue evitar el bostezo de los espectadores.
El vestuario es sencillo, absolutamente cotidiano, más decorativo que interpretativo. Sin embargo, en la primera parte de la obra los pies de los bailarines van descalzos y en la segunda no. Esta transición tiene sentido porque para el final el tapete de pétalos ha desaparecido y solo queda el piso de madera.
Como danza contemporánea, admite muchas interpretaciones debido a su alto nivel de abstracción. Por su complejidad exije un espectador atento.
El cuerpo de bailarines, integrado por Ester Escolano, Africa Navarro, Juan Palau, Federic Seguette, Olga Zamora y Angels Margarit, se muestra compacto. El grupo lleva presentando este espectáculo desde hace un año, cuando la directora decidió cambiar el sentido de su compañía Mudances y vincular hombres en sus coreografías.
Mudances es un grupo joven, fundado en 1985 por Margarit, quien venía de participar en el grupo de danza contemporánea Huera Danza, uno de los pioneros del género en España.
Tres años después creó el espectáculo Kolbesar, con el cual alcanza su primer reconocimiento internacional. Con ese trabajo obtuvo el primer lugar en el concurso de Bagnolet en Francia. Las coreografías de Mudances solo duran un año en escena. Actualmente Margarit está preparando un trabajo para el Festival de Movimientos de Hamburgo, un montaje que realizará con bailarines alemanes.
Su trabajo como coreógrafa es uno de los más vanguardistas en España y consolida la fuerza de los catalanes en el teatro y la danza, con grupos como Els Joglars y Les Comediants, a los que se les une ahora la compañía Mudances.